En el extraordinariamente majadero lenguaje de la política chilena existe una expresión de rechazo y presuntamente también de defensa que goza de gran favoritismo. Se la usa sin falta, automáticamente, cada vez que un bando recibe un reproche por bien fundamentado y/o plausible que este sea. La frase, pronunciada con el aire de dama ultrajada porque acaban de darle un pellizco en el poto, es la siguiente: somos blanco de un intento de "aprovechamiento político".
Con esa alarmante alocución se da a entender una de dos cosas: o que la crítica no tiene otra base que el maligno deseo de utilizar desproporcionadamente una situación real pero menor para deslegitimar y basurear, o más aún, peor aún, que no tiene ninguna base, ni siquiera mínima, siendo de cabo a rabo una invención para ese mismo fin, la deslegitimación. Hay otras maneras y otras expresiones para rechazar una crítica; está el quizás algo anticuado método de refutarla con argumentos y/o hechos y existe el de desoírla del todo dando a entender que ni siquiera necesita ser rechazada debido a su total carencia de mérito, pero desde el momento mismo en que la crítica SÍ tiene base y/o el acusado NO tiene ningún argumento sólido para refutarla, entonces se recurre a este lagrimoso recurso de amparo y de queja: hay "aprovechamiento político".
La frase es popular en todos los sectores, pero muy en especial en los territorios donde el martirologio, la victimización y el consiguiente culto a los "caídos", a las reliquias, a los exhumados y a los museos y funerarias donde se apila todo eso es parte constitutiva de su herencia o tal vez debiéramos decir, de su "legado". No deja de ser comprensible. A dicha actitud la alimenta el deseo de sacarle utilidad y provecho aun al fracaso y las metidas de pata, propósito para el cual se los convierte en epopeyas o en martirios; por eso dicha postura se encuentra en abundancia en los colectivos de cualquier índole para los que el desastre es cosa común, algo en lo que siempre han sido top one. Tal vez el ejemplo más puro y desnudo del porqué y dónde y cuándo prevalecen los mártires y su paralela sacralización y adoración es el de los países que han sido malamente derrotados en una guerra. Como es bastante fácil de entender, inevitablemente su historiografía buscará consuelo y compensación convirtiendo en héroes de la más elevada magnitud a quienquiera haya sido parte sufriente del fracaso, pero al menos con alguna mínima notoriedad y hasta decencia. Y entonces la muerte y/o el apaleo -véase el reciente caso de Cataluña- es transmutado en grandiosa inmolación. Es lo sucedido con Eduardo Abaroa, héroe oficial de Bolivia en la Guerra del Pacífico. Abaroa dio batalla en una escaramuza de poca monta y murió en el desempeño de dicho trámite mientras sus colegas huían en estampida, ensayo general de lo que más tarde harían en masa huyendo hacia sus serranías tras la batalla de Campo de la Alianza. Por consiguiente a Abaroa, hoy y siempre, los historiadores oficiales de Bolivia le adjudican más frases líricas y heroicas espetadas en sus momentos finales que las habituales en la última aria de las óperas o en las obras completas de los vates del Siglo de Oro español.
Incentivos…
La señora ministra de Salud, Carmen Castillo, sorprendida por una radio y luego por toda la prensa a punto de iniciar o empujar el trámite que le permitiría hacerse de 80 palos por concepto de "Bono de Incentivo", ha sido la última -hasta el momento de escribirse estas líneas-protagonista de una inmolación de esa clase, en todo y por todo digna del Museo de la Memoria. Ha alegado, cuando se supo lo suyo, haber gente mala intentando sacar "provecho político". ¿Y qué considera "provecho político"? Simple: que se la interrogue por los medios y/o se le reproche en los mismos por hacerse de esos dineros en su calidad de ministra, eso es, haciendo uso de ella misma para firmar o hacer firmar los documentos necesarios para tal cobro. Ahora dice que no lo hará -¡más sacrificios y martirios!- y seguirá junto a S.E. hasta el último día, lo cual no excluye, dicho sea de paso, la continuación del proceso vinculado al jugoso incentivo. Uno puede estar hasta el último minuto en el barco que se hunde, pero no por eso dejar de rescatar los valores depositados en la caja fuerte.
Entre paréntesis, ¿qué es un "Bono de Incentivo"? ¿Qué incentiva? ¿Es preciso ahora premiar a quienes desean irse de un cargo antes de cumplirse su fecha de jubilación o antes de que los cargos cesen o antes de que los despidan? Imaginaba uno con inocencia completamente pasada de moda en esta maravillosa era tan progresiva y progresista que un incentivo es para convencer a alguien para que se quede, no para que se vaya. Creíamos que se incentiva un sacrificio, el asumir una nueva carga, el aceptar prolongar un trabajo, no la cesación o alivio de aquellos. Es o debiera ser de ese modo A MENOS que el o la funcionario (a) sea tan inepto (a) de que mejor sería se desvanezca, PERO por razones de inamovilidad no se le puede desvincular antes de cumplirse la fecha de su jubilación; se le pagaría entonces para que, por favor, háganos el servicio de salir de en medio ahora mismo. O en la siútica jerga actual, "dé un paso al costado". Ignoramos cuál sea el caso de Castillo y de los alrededor de 100 funcionarios de salud que están en la cola para lo mismo. Parece que se mueren de ganas de dar un paso al costado.
Aprovechamientos y precedentes
Hay un ilustre precedente en el uso de la dolida acusación de que se estaría haciendo "aprovechamiento político". Es el dado innumerables veces por la Presidenta. Se habría hecho tanto aprovechamiento político de S.E. en este interminable Getsemaní que para ella y para el país ha sido su mandato que ya cabría barajar la idea de encargar a algún artista una reproducción de su persona -como las del famoso museo de cera de Madame Tussauds- para ubicarla en el Hall de la Fama del progresismo. Martirizada una y otra vez, ha dejado efectivamente un legado de martirologio -amén de sus grandes éxitos económicos- y una carretonada de discípulos(as). ¿No hubo un caballero hablando de "aprovechamiento político" por las críticas a su pésimo manejo durante los incendios del verano?
Partamos por Caval, caso en el que el hijo de la Presidenta participó como actor de reparto; todo lo que a raíz de eso se ventiló en la prensa fue, de acuerdo a S.E., un horrible APROVECHAMIENTO POLÍTICO. Respecto del caso Sename en el cual estuvo vinculada su "protegé" y amiga Javiera Blanco, habría habido un miserable APROVECHAMIENTO POLÍTICO. Desde luego todas las acusaciones constitucionales y llamados a ministros a comisiones para revisar -sin efectos- sus torpezas han sido tildadas de APROVECHAMIENTO POLÍTICO. Lo de Peñailillo y Fernández fueron APROVECHAMIENTO POLÍTICO.
Naturalmente hay gente mala -la hay en esto como en todo- arguyendo que el aprovechamiento político ha sido el de Su Excelencia al hablar una y otra vez de aprovechamiento político y así pintarse como víctima inocente en vez de responsable activa o inactiva. Rechazamos de plano esa imputación. Es una acusación audaz e infundada porque exagera desmedidamente las cosas; después de todo no es la Presidenta la creadora y fundadora de dicho sistema, sino sólo una usuaria a tiempo completo. Lo del "aprovechamiento" es marca registrada del cartel político en su conjunto y como tal ha sido usado desde tiempos inmemoriales. Al César lo que es del César.
Esta multiplicación milagrosa de los aprovechamientos políticos podría hacer suponer a los suspicaces y/o deducir a Sherlock Holmes de que ha habido muchos casos pasibles de reproche en los que no hubo argumentación sustanciosa para refutarlos; eso, a su vez, podría llevar al siguiente paso del proceso deductivo, a saber, que hemos estado en presencia de un gobierno más dado a los fracasos que a los éxitos puesto que, por definición, nadie saca "provecho político" de los aciertos del adversario. Pero ¿quién es Sherlock Holmes para venir a meterse en nuestros asuntos?