Chris Cornell evoca un Seattle lluvioso y lo mucho que odiaba el colegio. Opina que el único rockero cool con lentes de sol ha sido Roy Orbison, y describe sincero el honor de que Johnny Cash haya cogido Rusty cage de Soundgarden para moldearla en un cover, que a su vez él versionará con la impronta de "El hombre de negro". Hace caso omiso de los gritos del público que repleta el Teatro Municipal de Santiago la noche del lunes en la primera de tres fechas que cierran este miércoles, pidiendo temas con desparpajo como si se tratara de una cantina. El emblemático vocalista grunge, a nueve años de su debut en Chile y otras dos visitas, se siente cómodo. Transforma la majestuosa sala en un lugar íntimo para desempolvar en formato acústico algunas de sus mejores composiciones y una fina selección de versiones.
Acompañado del chelista y tecladista Bryan Gibson, fundamental en los arreglos, el músico de 52 años ofreció uno de sus conciertos más redondos a diferencia del paso desenchufado por el festival Maquinaria en 2011, cuando no maridó el gigantesco gentío del parque O'Higgins con las características íntimas del formato. En mejor forma vocal que en su debut con Soundgarden en Lollapalooza 2014, Chris Cornell reivindicó su lugar como uno de los mejores cantantes de rock de los últimos 25 años, el tipo de rango que generaba la adulación de otros chillones ilustres como Axl Rose y Geddy Lee. La garganta de Cornell ha sufrido una transformación todo este tiempo. Abusó de ella de manera similar a Robert Plant, para luego aprender a administrar lo que le queda. Como se trata de cantantes súper dotados, a pesar del desgaste es mucho cuanto resta. Así Cornell ya no es solo un intérprete de rock clásico, sino que los discos solistas lo han transformado también en un vocalista de soul, folk y pop, y en cada casilla destaca con un tono menos taladrante y más cálido.
Hizo varias versiones, todas notables equilibrando el respeto por la pieza con un toque personal. El cover de Billy Jean de Michael Jackson brilló, acentuando el dramatismo de la historia. Nothing compares 2 U de Prince y Thank you de Led Zeppelin, los mismos alcances. Por supuesto, la reacción fue fervorosa cuando llegaron los clásicos de Soundgarden como Black hole sun -con acabada conjunción entre chelo, guitarra y canto apasionado-, y el murallón de guitarras que grabó en tiempo real para el remate de la psicodélica Blow up the outside world.
Aunque hubo pasajes con acoples y la ubicación de los músicos era un tanto lejana de las primeras filas, el Teatro municipal de Santiago reiteró sus cualidades para determinados números masivos. Chris Cornell, rockero de primera línea que creció hacia otros campos musicales, encajó perfecto en el lugar en su condición de clásico inapelable y vigente.