La actividad volcánica es consecuencia de la necesidad que tiene nuestro planeta de liberar su presión interna. En el caso de nuestro país, las fuerzas que mueven las placas tectónicas se encargan de producir terremotos, y también funden roca en lo profundo. Esta roca fundida (más conocida como magma) sale a la superficie formando volcanes, y cada vez que tenemos una erupción podemos ver cómo este magma se enfría y se fractura en trozos de roca de distintos tamaños, desde lo más pequeño (que llamamos tefra, no ceniza volcánica) a trozos grandes (que también se conocen como bombas volcánicas). Otra alternativa es que este magma simplemente fluya desde el volcán, formando los famosos ríos de lava. En los volcanes chilenos el magma suele ser muy viscoso, por lo que se mueve muy lentamente, pero al mismo tiempo puede acumular mucha presión de gas dentro de él. Esto tiene un potencial para producir erupciones que sean explosivas, que fue lo que pasó el 2008 en el volcán Chaitén, y el 2011 en el Cordón Caulle, en el sur de Chile. Dado el gran potencial de erupciones volcánicas violentas en nuestro país, es tremendamente importante estudiarlos, y lograr identificar cómo ellos se van preparando antes de su siguiente erupción.
El complejo volcánico Laguna del Maule, ubicado en la séptima región, ha estado resonando en la cabeza de los científicos de distintas partes del mundo durante la última década. Esto ya que hace 10 años se detectó que el suelo debajo de la laguna comenzó a levantarse muy rápidamente. ¿Cuán rápido? 28 centímetros por año. Quizás no suene a mucho, pero si pensamos en el patio de una casa, claro que nos preocuparíamos si es que vemos que el suelo se levanta así. Se generarían grietas, y uno pensaría (correctamente) que algo debajo se está inflando, lo que podría ser muy peligroso para una casa. Ahora consideremos que la Laguna del Maule mide 25 kilómetros de largo, que tiene una superficie de 45 kilómetros cuadrados, y que se está levantando. La cantidad de magma que tiene que tener debajo de ella debe ser enorme, y ciertamente debe de estar subiendo muy rápido. Eso no suena a un volcán ordinario. ¿Será un supervolcán digno de hacer una película sobre su próxima erupción? ¿Será un Yellowstone chileno? Diversos científicos han estudiado ya la laguna, justamente para analizar su peligrosidad.
En estos 10 años se ha visto que la fuente de magma ya no se está inflando como antes, pero sigue haciéndolo como ningún otro lugar en el mundo. Desde el 2007 hasta el 2009 el suelo se levantó a un ritmo de 28 centímetros por año, para después decaer a una tasa levemente inferior. Entre el 2007 y el 2012 el piso de la laguna se levantó un metro en total. ¿Y la Caldera Yellowstone, aquel supervolcán al que le hacen documentales? el piso allí sólo se levantó alrededor de 10 centímetros, 10 veces menos. Para el año 2015 se propuso que, si bien no había que ser alarmistas, la Laguna del Maule tenía el potencial de generar una erupción tan grande como la del Monte Santa Helena en EE.UU. en 1980, o la del volcán Hudson en 1991. Sin embargo, un nuevo estudio publicado este año muestra que en realidad la cámara magmática de la laguna, si bien es enorme, no es tan grande como se pensó en un comienzo, y ciertamente no es un supervolcán. Además, pareciera ser que la presión interna dentro de la cámara no es tan grande como para romper la roca que forma el suelo por encima de ella. Por lo tanto, si bien aún hay un riesgo de una erupción muy explosiva, el escenario no sería tan terrible como se pensaba en estos últimos años.
De todas formas, hoy la Laguna está siendo monitoreada 24/7, por lo que podremos enterarnos de cualquier cambio en su estado. Interesantemente, el Observatorio Volcanológico de los Andes del Sur tiene a este sistema volcánico en alerta verde, donde no se espera una erupción en el tiempo cercano. Sin embargo, el suelo de la zona se sigue levantando. Hay que estar atentos, como siempre con nuestros volcanes.