Todos los días, a las 7 horas, Marco Enríquez-Ominami recibe un informe con noticias y temas de contingencia. Junto a su esposa, la figura de televisión Karen Doggenweiler, el candidato presidencial del Partido Progresista (PRO) comienza su jornada con una transmisión a través de Facebook Live para fijar sus posturas frente a los distintos temas, contándole a su audiencia las actividades que realizará durante el día.
Esta es parte de la nueva estrategia comunicacional de Enríquez-Ominami durante la campaña para las elecciones del 19 de noviembre, su tercera oportunidad para llegar a La Moneda, en la que ha utilizado como una herramienta fundamental las redes sociales y las nuevas tecnologías.
En medio de la campaña, durante el resto de cada jornada se producen pocas reuniones presenciales. Cuando el comando se reúne es por temas específicos en encuentros de no más de 20 minutos. Sin embargo, la coordinación por WhatsApp, Telegram y Google Drive es permanente y -según indican desde el comando- ayuda a optimizar tiempo y agilizar la toma de decisiones.
A esto se suma una presencia permanente en redes sociales, que muchas veces son manejadas por el propio candidato. Facebook, Twitter, Instagram y Linkedin son plataformas utilizadas para difundir videos, imágenes y distintas propuestas.
Si bien son varias las actividades en la agenda del candidato, el tiempo se optimiza: las transmisiones por Facebook Live, mientras va a bordo de un auto movilizándose de un punto a otro, son cada vez más comunes. Además, aprovecha de coordinarse con su equipo, cuyos integrantes reconocen que, a diferencia de la campaña de 2013, ahora existe mayor velocidad en la toma de decisiones.
El comando
El equipo está compuesto por no más de 30 personas, que tienen, en promedio, 32 años. El mayor es ME-O, con 44 años. Y todos trabajan en un casa con 12 oficinas ubicada en la calle Isidorita 177, en Providencia, lugar que, a la vez, funciona como la sede del PRO y como el lugar en el que trabaja el equipo encargado de la franja televisiva del abanderado.
Además, la gran mayoría de los colaboradores son militantes del PRO, incluidos el nochero y las secretarias.
El comando está liderado por el jefe de campaña, Amauri Chamarro, un periodista ecuatoriano-brasileño experto en campañas políticas y analista internacional, quien es de los más cercanos al abanderado y uno de sus principales consejeros. Chamarro es un hombre de izquierda, defensor de los líderes venezolanos Hugo Chávez y Nicolás Maduro. Marcos Ortiz, en tanto, ejerce como el jefe de comunicaciones, y es otro de los más influyentes en la campaña. Ambos son los que acompañan a ME-O a sus actividades diarias.
Otra de las personas cercanas al presidenciable es Camilo Lagos, presidente del PRO; el sociólogo Patricio Navia y Luis Argandoña, director de la empresa Conecta, que realiza monitoreo y análisis de medios.
Además, en el equipo destacan que no sólo existen colaboradores de izquierda, como Chamorro o Fabián Caballero -vicepresidente de la CUT y del MIR-sino que también figuras como Navaria y el empresario Paul Fontaine. Esto, dicen en el comando, ayuda a que las propuestas del líder del PRO sean más amplias.
Luego de sus actividades, varias veces a la semana Enríquez-Ominami va hasta la sede del comando para ver detalles sobre la producción de la franja presidencial, en la que él mismo ha tenido un rol técnico fundamental.
La jornada, durante la última semana, también finaliza con una transmisión en vivo. Más de 64 mil reproducciones tuvo su último Facebook Live, que hizo desde la cama, con pijama y junto a sus perros, contando las distintas actividades que realizó en el día. La publicación fue compartida más de 150 veces y tiene más de 2.700 comentarios.
Factor Karen
La esposa del candidato del PRO tiene su propia agenda. Desde que anunció que haría uso de un permiso sin goce de sueldo en TVN para apoyar a su marido, Karen Doggenweiler se ha desplegado en terreno para impulsar las propuestas del programa de ME-O.
El rol de la animadora es mucho más visible que en campañas anteriores. Incluso, desde el comando aseguran que es vista como una figura ministeriable en un eventual gobierno y no como una primera dama tradicional.