Si la crisis de las teleseries vespertinas tuviera que ejemplificarse en una sola producción, Los ángeles de Estela debe ser el símbolo. El libreto original se rehizo a última hora, en las grabaciones los actores han improvisado más que nunca, los personajes tienen el espesor de una pluma, el set de la peluquería donde transcurre la historia parece prestado de  Jappening con ja y, lo más imperdonable, las risas tan prometidas nunca llegan.

Porque uno puede dejar pasar, con buena voluntad, todo lo anterior, menos que una comedia no sea capaz de sacar, al menos, un par de sonrisas.
En la antesala del debut se dijo que esta era "una comedia fresca", que no pretendía instalar temas-país ni cambiar el género de las telenovelas. Pero una cosa es advertir que no veremos algo mejor que ¿Dónde está Elisa? y otra, no cumplir lo anunciado.

Lo más curioso es que el de ayer era el primer capítulo, el que se supone que los canales se esfuerzan por hacerlo más veloz, atrapante, ingenioso. Y la partida de Los ángeles de Estela careció de ritmo, mostró actuaciones deficitarias (a excepción de María Elena Swett y Jorge Zabaleta, que intentan rescatar el buque como pueden) y dejó en evidencia que acá no hay historia que contar, porque la que tenían inicialmente (tres hombres que quedan cesantes por la crisis económica y se convierten en "maridos a domicilio") era similar a una producción argentina. Para evitar una demanda por plagio, y porque el canal tampoco estaba a gusto con el guión propuesto, se modificó sobre la marcha. Como si fuera tan fácil. Como si no hubiesen aprendido nada de Amor por accidente (2007), otra que tuvo cambio de libreto a última hora y que Francisco Melo considera de las peores que ha hecho.

Hace rato que a las 20 horas no está pasando nada bueno en las teleseries. Pero el giro que ha dado Canal 13 con Corazón rebelde, privilegiando a los adolescentes, al menos busca empatizar con su público objetivo. Sin anestesia mejoró infinitamente la imagen de las anteriores producciones de Chilevisión.

Los ángeles de Estela, en cambio, es la suma de todos los males. De los peores chistes. Y el peor de todos: ver cómo el canal público desperdicia el talento (y el tiempo) de actores tan notables como Coca Guazzini o Claudio Arredondo.