Tiendas cerradas, pubs y restaurantes, lo mismo, funciones tetarales canceladas, trabajadores saliendo de sus trabajos más temprano, es la postal de Londres que está alerta ante la posibilidad de una noche de violencia callejera.

Mientras el gobierno británico decidió desplegar hoy 16 mil policías por toda la ciudad para contener posibles desmanes, muchas empresas enviaron a su casa a los trabajadores antes de su horario normal de salida.

La noche anterior fue la más violenta desde los disturbios de este sábado en el barrio de Tottenham (norte de Londres), que se han ido expandiendo otras zonas de la capital y otras ciudades del Reino Unido.

Las medidas de precaución se tomaron también en algunos teatros de Londres, que decidieron cancelar sus actuaciones de esta noche en previsión a posibles actos vandálicos, aunque los populares escenarios del West End continuaron con su programación habitual.

La Policía pidió a los padres con hijos menores que colaboren y se aseguren de que los más jóvenes no se impliquen en los disturbios, protagonizados en muchos casos por encapuchados veinteañeros y adolescentes.

El presidente de la federación de pequeños comercios del Reino unido, Andrew Cave, dijo hoy en declaraciones a la cadena BBC que es "extremadamente difícil" calcular las pérdidas, pero estimó que podrían rondar en cientos de millones de libras para los negocios, en su mayoría familiares, para los que puede suponer la ruina.

Por su parte, la asociación de supermercados de barrio cifró hoy en 93 los establecimientos afectados y, aunque recordó que el vandalismo está cubierto en la mayoría de las pólizas de seguro, el problema es que muchos de estos comercios familiares no están asegurados debido al aumento de los precios en el último año.

En el barrio de Haringey, uno de los más deprimidos de la ciudad, unos 200 comerciantes junto a familiares y amigos se han organizado y armado para hacer frente a posibles ataques, según el periódico The Guardian.

A su vez,  la administración del barrio de Ealing (oeste de Londres), escenario de vandalismo el lunes, sugirió a sus vecinos que ayudaran a patrullar las calles. Además, en algunas zonas, la policía pidió a las empresas de taxis que no llevaran a más de cuatro pasajeros jóvenes para evitar posibles incidentes.

ESCOBAS AL AIRE
El alcalde londinense, Boris Johnson, tardó en reaccionar a lo que estaba pasando en su ciudad hasta cuatro días, lo que enfureció aún más a los vecinos. En la visita de al barrio de Clapman, uno de los más afectados, el político fue pifiado por decenas de personas que optaron por mostrar escobas como símbolo de abandono con las que tendrán que barrer los deshechos de la "zona de guerra" de la que hablan.