Sebastián Ocaranza (10) lleva varios días veraneando en La Serena, junto a sus padres. Pero mientras ellos están en la playa, el niño se las arregla para escaparse a un pequeño cybercafé ubicado a unos metros de ahí, en plena Avenida del Mar, y pasar por lo menos cuatro horas conectado a internet, ya sea en Facebook, chateando con sus amigos o jugando Happy Island.

"Varios de los niños que llegan acá tienen prohibido los computadores, pero igual llegan al ciber para abrir sus cuentas de chat o Facebook, donde comparten lo que les sucede en las vacaciones. En general, son chicos de 13 ó 14 años", dice Francisco Ponce, dueño del local.

¿Le suena familiar? ¿Cuántas veces ha organizado un panorama familiar que usted creía perfecto, pero su hijo o hija pasó con los dedos pegados al celular, mandando mensajes de texto, o con la cara larga cuando le quitó el iPod para obligarlo a compartir con los demás?

La dependencia de los adolescentes de la tecnología es algo que suele irritar a muchos padres o, a lo menos, preocuparlos, más aún si se encuentran de vacaciones. ¿Usted es uno de ellos? Si es así, este es el consejo de los especialistas: aguante la cara larga y el mal humor que de seguro tendrá su hijo por varios días y, simplemente, prohíba los aparatos tecnológicos mientras dure el paseo familiar. Así de drástico.

Es cierto que no será fácil, más aún cuando casi el 60% de los adolescentes está acostumbrado a conectarse todos los días del año a internet, según cifras de la Sexta Encuesta Nacional de Juventud. Pero los beneficios valen la pena: quizá pueda enseñarle a disfrutar de algunas simples actividades, como pescar. Eso lo ayudará a estar más en contacto con su familia y con la naturaleza. Y lo más importante, a ser capaz de escucharse a sí mismo.

Pero, claro, para que resulte y las vacaciones no se transformen en una pesadilla, se necesita que usted también ponga de su parte. No sólo su adolescente. La sicóloga infanto juvenil Amaya Catalán propone que los papás hagan un plan de trabajo de verano junto a sus niños, que consista en tener alternativas recreativas y deportivas interesantes para ambos.

Si al adolescente se le plantea que durante un mes completo no hará nada, para él es nefasto y termina refugiándose en los videojuegos o la televisión. Amaya cree que si un joven baja todos los días a la playa, termina siendo algo aburrido. La idea es que hagan actividades que les gusten y que durante el año no puedan hacer, que las vacaciones no sean un tiempo completo de ocio.

Recuerde que, aunque su hijo no pare de mover los dedos en su celular o esté como loco buscando algún cibercafé, no significa que no quiera compartir con la familia. Al contrario: según el Indice Generación Digital 2004-2008, el 94% de los adolescentes tiene como prioridad número uno a su familia. Sólo basta un poco de dedicación y paciencia.

PARTE DE LA CRIANZA

Los expertos concuerdan con que en una familia normal los espacios deberían estar equilibrados o bien distribuidos. Es decir, el niño debe ser capaz de desarrollarse en todas las áreas y dedicar tiempo al deporte (más allá de lo que obligan las actividades escolares), la familia, los amigos y la diversión. Pero este esquema debe enseñarse desde que el niño es pequeño y no sólo cuando llega a la adolescencia.

Para Carla Inzunza, siquiatra infanto juvenil del Departamento de Siquiatría de la U. Católica, el problema está cuando estos espacios se desplazan y reemplazan por otros que no ayudan al desarrollo normal del joven. "La familia debería súper vigilar al adolescente para que no deje de hacer actividades que son necesarias para su desarrollo", dice.

Por lo mismo, no se puede pretender que un adolescente se desconecte completamente de lo tecnológico durante las vacaciones familiares, si durante todo el año los padres no se han preocupado de que tenga una diversidad de actividades.

PREDICAR CON EL EJEMPLO

La sicóloga infanto-juvenil Cecilia Purcell va más lejos y propone pasar las vacaciones en un lugar donde el acceso a la tecnología casi no exista. Pero sobre todo, predicar con el ejemplo. Porque si un papá le pide a su hijo que apague su celular mientras él sigue hablando todo el día, claramente el mensaje no va a llegar.

Y no se preocupe si, después de quitarle los videojuegos, el computador y el celular, su hijo le reclama a gritos que está aburrido. El aburrimiento, dicen las investigaciones, es un estado beneficioso.

Entre las ventajas que reporta están no sólo el fortalecimiento de la creatividad, sino el desarrollo de la autonomía, de la tolerancia a la frustración y de múltiples estrategias para enfrentar los problemas. Esto, porque es un estado de ánimo en que el joven no le encuentra sentido a nada. Pero tarde o temprano, necesitará cambiar de estado y se abocará a buscar la solución.