Unos arrastran consonantes, otros hablan cantadito, pero más allá de cómo hablan los chilenos, no todos usan las mismas palabras para referirse a una cosa o situación, lo cual ha derivado en largas y divertidas conversaciones cuando se juntan personas de distintas regiones.
El ejemplo clásico de la diferencia de términos es el pan. ¿Cómo se llama realmente? ¿Batido, marraqueta o pan francés? Efectivamente, se trata de una masa que se bate (como la baguette) y según historias no comprobadas entre panaderos, el alimento lo habría traído un francés a la zona central, de apellido Marraquet. O sea, todo calza para que en Santiago le digan marraqueta, en el sur pan francés y en Valparaíso, pan batido.
¿QUÉ ESTÁ BIEN Y QUÉ ESTÁ MAL?
En el Puerto no se va a la terminal de buses, sino al rodoviario, y la tenida deportiva es "salida de cancha", no buzo, pues los buzos, bucean, y lo que mariscan, lo echan al "frío" (ver recuadro). También, cuando van al centro, "van al plan", que es un término, dice el director del Centro de Estudios Dialectológicos de la Upla, Daniel Lagos, que viene de un uso marítimo, pues la lengua también es determinada por la principal actividad de la zona: "El plan es lo bajo y lo único plano, sin nivel ni escala, del barco. Valparaíso fue un centro de recepción de las nuevas lenguas, la española, indígenas (como la nahuatl, de las Antillas, que es la que trajo el concepto 'cacique'), y extranjeras". De ahí que surja, por ejemplo el "Guachimán", (Watch Man), que es el vigía del puerto.
Cuando los "mechones" o "novatos" de regiones llegan a Santiago a la universidad, pasan más de un apuro cuando piden un "lápiz de palo" (de colores), un "tipex" (corrector líquido), un "cuchillo cartonero", un "plumón" o "lápiz de alcohol", pues en la capital se usa el "scripto" y el "tip top". En Santiago, el juego de lanzarse un niño sobre otro es un "montoncito", pero más al norte es un "bollo".
¿Qué concepto está mal? Ninguno, explica el investigador y miembro de la Academia Chilena de la Lengua Claudio Wagner. Lo que sucede es que, erróneamente, se tiende a comparar la lengua escrita con la oral y a tener por correcto el habla de la capital por sobre la de provincias. "No hay pues una sola manera de comunicarse, sino muchas y todas ellas legítimas. Toda lengua vive, existe en variedades", dice Wagner, quien identifica que llevar a alguien en la espalda en el norte es "llevar a tota", en el centro es "llevar al apa" y en el sur , es "llevar al acha" o "a chique".
El maíz inflado que en el centro son "cabritas", en Arica han sido, desde siempre, "palomitas". Apurarse en la IV Región es "achillarse" (quechua) y a los pescadores y mariscadores les dicen "changos", como los indígenas nortinos. Allá no se toma "ulpo", sino "cocho", y si algo les cae mal al estómago, toman agua "de monte". Al pan grande o "coliza" le llaman "telera". En Iquique, el ombligo es llamado "pupu" ("pupo" en La Serena), y cuando se llama a "tomar choca" es porque hay que tomar té. En Atacama una "perrita" no es un animal, sino un canasto con frutas y verduras, y si alguien "se va por las ramas", anda haciendo "cachaña". Los "altos" se usa para referirse a los cerros, mientras que en Valparaíso se usa para eso y para nombrar los segundos pisos de las casas.
En Talca el cilindro de gas es una "bombona" ("bidón", en el norte), y en Los Angeles a las vienesas les llaman las "cinco minutos". En Osorno, la gente se amarra los "pasadores" de las "catimbas" (zapatos) y si hace frío se ponen un "parramo" (chaleco grueso). Allí jugar a la "pinta" es jugar a la "chola". En el sur también le llaman "estufa" a la cocina y arrimarse a un lugar es "ganarse".
En Temuco, un par de amigos inseparables y algo inútiles -los "yunta"- son "marcorna". Para otro miembro de la Academia, Carlos René Ibacache, en el sur, y particularmente en Chillán, las palabras "del vulgo" están influenciadas por el mapudungún y la usanza colonial. Por allá ha escuchado "cholloncarse" (arrodillarse), "enchuletarse" o "arrelingarse" para la acción de arreglarse.
En Valdivia los escolares que no van a clases "hacen la chancha", no la "cimarra", y usan "camperas". Para levantarse usan "zapatillas de casa". Según Wagner, de Valdivia a Cochrane a las bolitas o canicas también les llaman "bochas", un vocablo derivado del alemán bocciaspiel, lo que refleja la influencia de los colonos en la lengua.