Definitivamente, Kate Middleton no podrá ponerse en el futuro, al menos en público, el minivestido transparente con el que desfiló en 2002, sobre una pasarela organizada por los estudiantes de la universidad y con fines benéficos. Entre el público estaba el príncipe Guillermo, que por aquel entonces sólo era un amigo. Y aunque la anécdota no ha convertido en diseñadora estrella a la modista Charlotte Todd, la prenda se vendió en una subasta en marzo por el precio récord de $ 60 millones.
Teniendo en cuenta el enorme interés que despertó el vestido, está claro que todo lo que la joven se ponga, desde los zapatos hasta el maquillaje, será observado con lupa. Su armario será tan analizado como las palabras que utilice su prometido en futuros discursos. Parece como si la tarea principal de una princesa fuera llevar siempre el vestido adecuado.
Hasta ahora, la prensa británica ha dado el visto bueno a sus elecciones. En sus pocas apariciones públicas, Middleton supo apostar por el valor simbólico de sus prendas. Así, para bautizar un bote de rescate se puso un abrigo con el que ya se la había visto antes, pero más corto. Un truco para ahorrar en tiempos de crisis. Poco más tarde, durante una visita a Irlanda del Norte, iba vestida con un clásico abrigo británico Burberry, que cuesta poco más de $ 500.000.
Frente a la princesa Diana, el último icono de la moda en la casa real británica, la egresada de Historia del Arte no apuesta por el lujo ni el estilo "cuento de hadas" que alimenta los sueños de muchos. En lugar de eso, prefiere ser más bien conservadora, y parece que le sienta bien.
SU PEOR CRITICA
Por eso, el traje de novia que llevará pasado mañana estará probablemente a años luz del que llevó con 19 años sobre la pasarela de St. Andrews. Según los medios, con aquella prenda hizo que el príncipe se fijara en ella, pero su traje de novia será escrutado por millones de personas. El diario Financial Times considera que es, hasta la fecha, "el vestido de novia más importante del siglo".
El sector de la moda británico ha puesto grandes esperanzas en la joven: quieren que se convierta en una especie de embajadora para las marcas de las islas. Sin embargo, para la modista Vivienne Westwood, una de las más importantes del diseño inglés, a la futura princesa todavía tiene cosas que aprender. Durante la Fashion Week de Londres, afirmó que Kate debe ocuparse un poco más de su estilo antes de que pueda llevar alguna de sus creaciones. Westwood, desde luego, no es la autora de su vestido de novia.