Mayo de 1947. Aunque a comienzos de la Guerra Fría, los recursos tecnológicos aún no alcanzaban para marcar un referente en términos de liderazgo, la ciencia sí demostraba tener ambición y visiones futuristas con miras a un lejano cambio de milenio. Audaces ideas como el espacio, la bomba atómica y el control del clima estaban recién en pañales, y muchos ya se mostraban entusiastas con el veloz avance producido en los últimos 75 años.
Uno de ellos fue la prestigiosa revista Popular Science, quien en su número de ese mes pronosticaba el auge de tecnologías como un inédito sistema de comunicaciones utilizando a la Luna como transmisor de microondas, además de viajes a velocidades supersónicas y grandes megaciudades, entre otros.
Fotosíntesis
Los científicos esperaban que con el paso de los años, se creara un proceso de fotosíntesis por el que las plantas pudiesen utilizar la energía solar para producir grasas, proteínas o azúcar. ¿El objetivo? reducir la escasez de alimentos y tener abundancia para toda la humanidad.
Anillos alderedor de enormes megaciudades
Los arquitectos y urbanistas de 1947 ya visualizaban una ciudad del futuro donde existiesen varios anillos divisorios que al mismo tiempo sirvieran como carretera, dejando espacio para los sectores residenciales y que el centro sólo pudiese ser transitado por autobuses gratuitos. La idea de los anillos existe hace muchos años, pero la congestión en el área central no ha sido solucionado aún, salvo en Europa.
Control del clima
Los meteorólogos del futuro serían capaces de controlar el clima, pudiendo ayudar en la planificación temprana de las ciudades. No existirían tormentas de nieve, lluvias, anegamientos y otros, mediante aviones destinados a plantar semillas en las nubes. ¿Se logró? Por supuesto, y con varias alternativas.
Baterías de uranio
Los científicos pensaban crear pilas caseras y baterías de uranio para los automóviles, un proceso que involucraba la conversión de energía atómica en eléctrica sin riesgo para los usuarios.
Viajes supersónicos
El avance en transporte por tierra, aire o mar no sólo sería en términos de comodidad o tecnología, sino que en velocidad. En aquella época, ya se imaginaban aparatos capaces de recorrer distancias a Mach 1 (1.152Km/h), aunque los cohetes recién se empinaban por sobre los 180 Km/h, con lo que los viajes a la Luna o Marte serían un viaje común y corriente, pudiendo ir y escribir libros sobre la travesía.
La luna como un enorme satélite microondas
Las redes de transmisión de microondas cubrirían países completos, llevando imágenes y sonido vía radios FM, teléfono, telegramas y fax. En el Pentágono, los generales visualizarían cada uno de los aviones en cualquier parte del país en tiempo real, y las redes de teléfono serían tan amplias que hasta 10 mil personas en una ciudad tendrían acceso a esta tecnología. ¿Y cómo? haciendo rebotar las microondas en la luna.
Fuente: Popular Science, 2013; Popular Science, 1947