Es la última esperanza de la industria, aún en rodaje y entre turbulencias. Según el último informe de la IFPI (Federación Internacional de la Industria Fonográfica) sobre el mercado digital, los servicios de música en línea manejan una cifra cercana a los 37 millones de canciones y el año pasado, generaron cerca de cinco mil 900 millones de dólares de ingresos para la industria musical, lo que representa el 39% de los ingresos totales del negocio. Hace algunos días, sin embargo, surgió una voz de alarma: YouTube anunció su entrada al combate de las redes de streaming, y con eso, comenzó una serie de contratos con las multinacionales y la amenaza de dejar fuera del nuevo servicio a los músicos independientes.
Spotify, sin embargo, no entrega cifras de reproducción, ni tampoco la cantidad de usuarios que se han registrado en Chile desde su arribo al país en diciembre del año pasado. Informan, sin embargo, que desde su creación han pagado más de mil millones de dólares a los titulares de los derechos de la música que ofrecen. Cifra que contrasta con las críticas que acompañan los brindis del mercado. Thom Yorke, el vocalista de Radiohead, es uno de los abanderados contra el servicio. "No te equivoques. Los nuevos artistas que descubres en Spotify no recibirán paga. Mientras, los titulares de los derechos enrollan sus billetes", escribió en Twitter.
El conflicto, sin embargo, está lejos de complicar a los músicos locales, que se han abalanzado sobre la nueva vitrina para sus trabajos. Por ejemplo, el catálogo completo de Fother Muckers (la banda rebautizada como Ases Falsos) comenzó a aparecer como destacado durante mayo en Deezer, el otro gigante del rubro. Para el lanzamiento de su primer álbum Aves de Chile, Niño Cohete -una banda de Concepción, operando desde el sello independiente Beast Discos- estuvo cerca de una semana compartiendo el ranking de los diez más vendidos en iTunes con Ricky Martin y Violetta.
"Tenemos casos recientes de colaboración con artistas chilenos como Javiera Mena y Fernando Milagros. Para ellos, significa tener acceso y exposición en la más extensa plaza de distribución digital a nivel global", explica Daniel Santamaría, mánager de marketing para la región Andina de Deezer, una plataforma de streaming creada en Francia y que llegó al país en junio de 2012, con presencia en 182 países y 16 millones de usuarios activos. Hace pocos días, Deezer publicó cifras sobre el avance del streaming en el país, elaboradas en conjunto con IFPI (ver cifras). Ahí, por ejemplo, Chile aparece como el país de la región con más alto consumo de música por streaming, con un promedio de 300 canciones o 30 horas de escuchas al mes. Específicamente en abril, los artistas más escuchados (en este orden) fueron Los Bunkers, La Ley, Los Tres, Mazapán, Los Prisioneros, Ana Tijoux, Noche de Brujas, Lucybell, Gondwana y Manuel García.
PESCA DE ARRASTRE
"Aparte, significa ingresar a un servicio que reconoce el valor de la música: pagamos por escucha, no por descarga, lo que permite ingresos al artista en el largo plazo y generamos el pago más alto por ingresos de todo el mercado, cerca al 70% de los ingresos se reparten a la industria", explica Santamaría.
Pero el dinero no es la prioridad para los locales. "Todos saben que la plata que se percibe digital no es alta. No porque la música no sea buena, sino porque los servicios llegaron tarde", explica Diego Sepúlveda, gerente comercial para Chile de Believe Digital, una agencia digital que representa a Prince y Björk, entre otros, en el ciberespacio.
Hay casos, sin embargo, que rompen el molde, como el Música, gramática y gimnasia de Dënver que generó más ingresos por digital que en físico ("porque funcionó muy bien en México y España", recuerda Sepúlveda), pero en general, si un músico independiente quiere estar en redes como Spotify, Rdio o Deezer, lo favorece aparecer junto a un catálogo más amplio. Eso, porque las relaciones entre artistas, las listas en que puedan salir, o los estilos similares, suman curiosos.
Para acceder a esas redes, hay dos vías: a través de un agregador de contenido (el más utilizado en Chile es Tunecore), a quien se le paga de antemano por posicionar un trabajo, para acordar porcentajes mayores de regalías; o una agencia digital, que genera "una identidad digital" para el artista, y que no paga adelanto, pero que demanda un trabajo permanente y maneja porcentajes de retorno menores.
Chilevisión Música, a cargo de artistas como Manuel García o Chico Trujillo, trabaja a través de Altafonte, un distribuidor digital instalado en España. "Tenemos unas 400 tiendas distintas, en varios países, donde la idea es que un disco aparezca en un día y hora señalada. Sería imposible coordinar todo esto con cada disco, con cada canción, en todo el mundo. Para eso están los agregadores", explica Carlos Salazar, el director del sello.