Histórico

Cómo sobrevivir en la era del calor

Mientras en Santiago el fin de semana pasado la temperatura llegó a 37 grados, Nueva York, acostumbrada a pasar el fin de año con nieve, tuvo la Navidad más cálida de las últimas dos décadas con 24 grados. Por si fuera poco, esta semana se supo que el año 2015 fue el más caluroso registrado hasta ahora. Y como toda la evidencia científica apunta a que estamos ante un fenómeno que no se va a acabar pronto, no queda más alternativa que cambiar nuestros hábitos a la hora de enfrentar el calor de manera más radical que usar bloqueador a toda hora y en todo lugar. Cinco maneras de vivir el calor a inicios del siglo XXI.

“Los eventos climáticos, de aquí en más se irán haciendo más extremos”. Así resume Cristóbal Torres, especialista de la Dirección Meteorológica de Chile, lo que está y seguirá ocurriendo con el clima. Si lo que nos toca es atravesar el verano y con él, días de calor, pues estos serán más intensos. Si, al contrario, es temporada de lluvias, pues estás serán -en lenguaje coloquial- a todo dar. Las heladas, por lo mismo, más frías. “Producto del cambio climático lo que estamos viendo es que los eventos meteorológicos serán menos (sistemas frontales, huracanes, olas de calor, etc.), pero a su vez, cuando aparezcan, más intensos”.

A lo anterior se suma El Niño, que llegó a desordenar el tablero a finales del 2014 y cuya partida, precisa Torres, no es simple de predecir. “El cambio climático está haciendo que este fenómeno sea más intenso y que varíe muy rápido en su transformación a Niña. Por eso todos los meses se está evaluando lo que ocurre”.

Lo que hace El Niño en invierno es regular o moderar las temperaturas (por eso tampoco hace mucho frío), pero en el verano las tiende a aumentar. El experto señala que en el trimestre diciembre/enero/febrero, la temperatura máxima en la zona que comprende desde Arica a Curicó estará sobre lo normal.

Si hay una buena noticia es que el calentamiento promedio en Chile es menor al global promedio. De todas formas, las estimaciones indican que para el período 2011-2013 los aumentos de temperatura serán alrededor de un 0,5 °C en la Zona Sur y 1,5 °C en la Zona Norte y altiplánica.

Hogar, dulce (caluroso) hogar

Buscar o construir una casa. Arrendar o comprar un departamento. La fórmula para escoger el lugar en que viviremos tendrá que incluir variables adicionales al tipo de barrio, la cercanía al Metro o si los vecinos tienen o no mascotas. La circulación del aire, el tamaño de las ventanas, las alturas de los techos y, obviamente, los materiales, serán más importantes.

Partamos por lo más simple. Si la casa o departamento ya existe, pues la primera batalla contra el calor será usando armamento “pasivo”. No invitaremos a ningún equipo de refrigeración o ventilación que obligue aumentar el uso de energía eléctrica.

María José Martínez, arquitecta, socia de la firma MOBIL y experta en la materia, comenta que hay que partir ventilando los espacios con el buen uso de las corrientes de aire. “Usando persianas, por ejemplo, es posible controlar el calor que entra en el día para no concentrarlo donde no es necesario; como también ventilar las casas y edificios de noche, para que eliminen el calor acumulado en el día y se mantengan frescas al siguiente”.

La ventilación natural tiene sus trucos, y según María José Martínez, hay que buscar que sea cruzada, “porque es mucho más efectiva que ventilar sólo por una cara de la habitación”. Además, no olvidar que el calor siempre sube. “Si queremos refrescar eficientemente, hay que abrir ventanas que estén en las partes más altas (y por ende, a mayor temperatura) y algunas en las partes más bajas (y por ende más frescas), para reemplazar el aire caliente por fresco”.

En el caso de que se construya la casa desde cero, hay cosas estructurales a las que ponerles atención. La orientación, primero. “Considerar sombras sobre las ventanas. Cuando necesitamos calor en un espacio, usar las ventanas para ‘atraparlo’. Cuando queremos evitar que se sobrecaliente un lugar, proteger las ventanas con persianas, aleros o quiebrasoles. Para ayudar a la ventilación, ubicarlas, al igual que las puertas, en donde faciliten las brisas predominantes. También hay que poner atención en el material y espesor de muros, pisos o techos, ya que pueden ser capaces de almacenar o eliminar calor. Lo mismo con la aislación, con la que se pueden evitar las ganancias o pérdidas de calor”. Por último, comenta la arquitecta, está la zonificación de los diferentes espacios según sus características térmicas. Por ejemplo, disponer las habitaciones juntas, ya que se usan a horas similares y necesitan las mismas temperaturas.

Agua aquí y ahora

El concepto de moda en tiempos de cambio climático es “isla de calor urbano”. En resumen: el cemento, la densificación, los edificios, el tráfico y el ajetreo propio de una metrópoli aumentan la temperatura. Las ciudades y su crecimiento alteran el equilibrio energético, modifican el patrón de ventilación y circulación del aire, aumentan la radiación, y al existir menores áreas verdes, bajan la humedad ambiental.

Aquí los urbanistas tienen una gran tarea: pensar ciudades que contemplen que de aquí al 2050 la temperatura global será de dos grados Celsius más. Iván Poduje, arquitecto, magíster en desarrollo urbano y socio de Atisba, dice al instante que la sombra y el agua jugarán un papel relevante en las ciudades que vienen. “Es clave recuperar ríos, canales o esteros que hoy están abandonados y que podrían ser parques que aporten sombra, agua recreacional y espacios públicos de ventilación en cuencas, quebradas o tramos urbanos. En Santiago existen casi 260 kilómetros de estos cursos fluviales que podían combinarse con lagunas artificiales y balnearios urbanos”.

Poduje comenta que Fernando Fischmann, creador de Crystal Lagoons, le mencionó “una idea que encontré genial” y que es habilitar lagunas urbanas que sirvan para enfriar edificios del entorno y para recreación a la vez. “Con un bueno diseño urbano se pueden matar dos pájaros de un tiro”. Por otro lado, los nuevos edificios pueden hacer un gran aporte a los peatones y al enfriamiento de la ciudad. “Se puede mejorar mucho la temperatura ambiente de las calles si los edificios aportan con sombra y comercio en sus primeras plantas. Pueden ser comercios o restoranes con sombreadores, que se complemente con líneas de árboles nativos de bajo consumo de agua, que no requieran áreas verdes, sino que vayan en macetas o alcorques. Apoquindo es un caso bien interesante a replicar”, comenta Poduje.

Otro tema, señala el experto, “es el aprovechamiento de las aguas lluvias para rellenar acuíferos que puedan tener algunas zonas de esparcimiento, y lo mismo aplica para las aguas grises que hoy se pierden y que podrían tratarse a bajo costo para generar nuevos paisajes de agua”.

Qué comemos

Alimentos que enfrían por dentro, eso es lo que hay que buscar. El concepto viene de la medicina china y pone el acento en los productos “yin”. Entonces... los quesos, las mantequillas, la leche, que más bien calientan el cuerpo, será mejor dosificar. El yogurt, sin embargo, pese a ser de la misma familia, tiene esa propiedad “enfriante”. El agua, por cierto, que es fundamental, pero es buena idea sumarle ingredientes, y que el calor sea época de infusiones con cítricos o hierbas, aunque hay que evitar el jengibre, la canela y el clavo de olor, que dan tés cálidos.

La música de fondo es ponerle al agua más nutrientes. “En este momento me preparo para el desayuno un batido de frutas con agua de coco”, comenta Pepe Acevedo, reconocido cocinero naturista y ex chef del Huerto.

Además, dice, hay que buscar alimentos que no sobreexijan la digestión, para no hacer trabajar extra al cuerpo. Eso significa privilegiar las carnes blancas sobre las rojas y darles respiro a las legumbres y granos. Y por supuesto, comer más frutas y verduras. Hay que intervenirlas lo menos posible, darles el mínimo procesamiento y dejar los salteados, los hornos y las ollas para los días en que, al contrario, requerimos alimentos del mundo del “yang” y el calor.

Lo ideal es que la última comida coincida con la puesta de sol. Es verdad, comenta Acevedo, que los días más largos llaman a la terraza y los asados, pero una parrilla de noche y los condimentos hacen trabajar más el sistema digestivo en la noche. Y no hay que agotarlo, sino por el contrario, lograr que tenga energías para resistir el nuevo día... lleno de calor.

La gota gorda

Abrir los ojos y salir corriendo. Esa es la consigna si se trata de practicar deportes al aire libre. El running -correr o trotar si lo suyo es menos pro- tendrá que transformarse en actividades de amanecer o... atardecer. “Empecé a correr maratones hace 20 años -relata Lenka Lichnovsky, staff y entrenadora de Full Runners- y en esa época si te daba calor o sed, simplemente pedías una manguera prestada y te refrescabas”. Hoy es imposible salir sin (tome nota): jockey, anteojos, protector solar en su versión más alta, cinturón portabotellas de agua, bebidas isotónicas y/o sales para hidratarse y ropa hecha de telas que dejen traspasar la transpiración... y aún no mencionamos ninguno de los gadgets propios de un runner. “Para graficarlo, hoy cuando corres sin anteojos duelen los ojos. Es verdad que hace 20 años era más joven y resistía distinto y tampoco existían tantas marcas preocupadas de desarrollar equipos especiales, pero, objetivamente, lo que sentimos hoy al correr no es lo mismo que hace dos décadas”.

Entre ocho y ocho y media dice ella que es la hora máxima para salir en la mañana estos nuevos tiempos. A partir de las siete de la tarde debería ser la opción a contemplar cuando acaba el día.

Pero no todo es tan negativo. Las mayores temperaturas nos permiten pasar más horas al aire libre, crecen nuestros niveles de vitamina D y, dice la teoría, debería mejorar nuestra salud física y mental.

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