Hace más de dos semanas, una densa neblina ha complicado la visión de los automovilistas de Puerto Montt, lo que incluso ha ocasionado varios accidentes de tránsito. Además de las bajas temperaturas, ésta se debe al humo que generan siete fuegos activos que se gestan debajo de la superficie.
Se trata lo que la Corporación Nacional Forestal (Conaf) denomina como incendios subterráneos, que sólo se producen en un determinado tipo de suelo, de origen glaciar o volcánico, presente pocas partes del mundo.
Si bien se inician a raíz de los siniestros convencionales, afectan a la materia orgánica acumulada y su propagación es lenta pero peligrosa: aunque no produce llamas visibles, la temperatura puede rondar los 600º C. Lo anterior hace que su extinción sea compleja, ya que la forma más efectiva de apagarlos es mediante lluvias, las cuales escasean en la zona.
"Es más lento apagarlos, porque sólo se ve el humo. Avanza lentamente, quemando todo a su paso", explica Luis Infante, director regional de la Conaf. La autoridad agrega que "el agua que se necesita es de alto volumen, por eso se trabaja con excavadoras, donde se remueve la materia orgánica y, cuando van apareciendo las brasas, se apoya con agua".
Según Carolina León, bióloga del Centro de Investigaciones en Recursos Naturales y Sustentabilidad de la U. Bernardo O´Higgins, "en el caso chileno, los suelos son de origen glaciar, por lo tanto tienen una capa de ripio, y sobre ésta fierrillo, que es una capa de minerales que casi impermeabiliza el suelo". Acerca del deterioro, la especialista dice que "la recuperación es muy difícil, debido a que esos suelos se fueron formando por mil años o incluso más. Por eso el tiempo para recuperarlos pasa de la escala humana".
A pesar de las dificultades, Conaf ha podido detener al 70% de la expansión de los incendios en las 500 hectáreas afectadas. Se esperaque tras apagar estos focos, se estudie el nivel de destrucción en el material orgánico.