Oculto al mundo, tal como él lo había adelantado, pasa sus días Benedicto XVI, al cumplirse el primer año desde que anunciara su histórica renuncia al papado, el 11 de febrero de 2013, algo que se concretó 17 días después. Joseph Ratzinger, de 86 años, quien se convirtió en el primer Pontífice en dimitir al trono de San Pedro en más de 600 años, y que ahora es llamado como Papa emérito, reside en un ex convento dentro de los límites del Vaticano, protegido por la Guardia Suiza. Vive con la compañía de su secretario, el arzobispo alemán Georg Gänswein; las cuatro monjas que ya lo atendían cuando era Pontífice; algún empleado y su hermano, el también sacerdote Georg, quien acaba de cumplir 90 años y está casi ciego. Según sus cercanos, estudia y escribe de teología, toca en el piano obras de Bach, Mozart y Beethoven, ve las noticias en la TV por las noches y comparte con los amigos que lo visitan. Así cumple su promesa de no entorpecer el trabajo de su sucesor -pese a los temores que tuvieron algunos vaticanistas sobre la coexistencia de dos papas-, a tal punto que, desde que dejó el cargo, ha aparecido públicamente sólo en cuatro ocasiones.
Ayer, el propio Papa Francisco tuvo palabras para su antecesor. "Los invito a rezar hoy juntos por Su Santidad Benedicto XVI, un hombre valiente y humilde", escribió el Pontífice argentino en su cuenta de Twitter. Sólo el lunes se conocían fragmentos de una carta de Ratzinger al teólogo suizo Hans Küng, donde aseguraba que "mi única y última tarea es sostener con la oración el pontificado de Francisco". El propio Papa argentino ha reconocido que mantiene un contacto fluido con Benedicto XVI, al punto de describirlo como un imprescindible "abuelo sabio". "A veces lo llamo por teléfono si tengo una dificultad y le pregunto: '¿Qué puedo hacer?'".
La semana pasada, el diario italiano La Repubblica citó al secretario Gänswein, quien declaró que Benedicto XVI "volvió a florecer" al verse aliviado del cargo de obispo de Roma. "Benedicto XVI reza, estudia, recibe gente, se ocupa de una amplia correspondencia, escucha música, pasea. Su mañana comienza siempre con la santa misa y el breviario, y cada tanto por la noche también toca el piano", dijo ayer el secretario, en una entrevista con la italiana Radio 1.
El cardenal Georges Cottier, muy cercano a Benedicto XVI, afirmó que el verdadero Joseph Ratzinger afloró después de que anunció su dimisión, ya que en los años previos, por su timidez y cierta reticencia hacia la prensa, no pudo mostrarse bien. "Tras su renuncia, la gente empieza a darse cuenta del gran corazón que tiene: es un buen hombre, humilde, sin maldad alguna", dijo, citado por el diario católico Avvenire.
Uno de quienes lo visitan en forma periódica es el cardenal y ex secretario de Estado Tarcisio Bertone. "La última vez fue el 26 de diciembre... Estaba en perfectas condiciones, tanto física como intelectualmente. Siempre muy despierto y alerta, y aún goza del don de la memoria formidable", comentó. Bertone, además, dijo al diario Il Giornale que el Papa le anticipó, a mediados de 2012, su intención de renunciar, y que sentía que no podía afrontar la Jornada Mundial de la Juventud, que se realizó en julio pasado, en Río de Janeiro. Según Bertone, el Pontífice pensó renunciar antes de Navidad, pero tomó la decisión del anuncio para el 11 de febrero, en la festividad de la Virgen de Lourdes.
"Quienes creyeron que la convivencia (de ambos papas) podía ser un problema, los subestimaron", comentó a la agencia Dpa el historiador de la Iglesia Alberto Melloni. Las especulaciones que apuntaban a que Benedicto se convertiría en un "vigilante teológico", que no le perdería pisada a su sucesor, "demostraron ser totalmente erróneas", añade Melloni, incluso a pesar de que el Papa Francisco ha adoptado perspectivas muy diferentes a las de su predecesor. No se descarta que participe el 27 de abril en la ceremonia de canonización de Juan XXIII (1958-1963) y de Juan Pablo II (1978-2005), con quien trabajó como prefecto para la Doctrina de la Fe y guardián del dogma durante 23 años.