Un condenado a muerte falleció tras una larga agonía el martes a la noche en Oklahoma, en el sur de Estados Unidos, luego de que las autoridades experimentaran con una nueva inyección letal que jamás había sido probada.
Unos minutos después de que comenzara la inyección del cóctel, el director de prisiones del Estado, Robert Partton, ordenó que se suspendiera la ejecución de Clayton Lockett, pero era demasiado tarde: el preso fue declarado fallecido 43 minutos después por una "crisis cardíaca fulminante", indicó a la AFP Jerry Massie, portavoz de las prisiones.
Las autoridades constataron "el fracaso de la intravenosa" inyectada al individuo y concluyeron que los medicamentos "no entraron en el sistema" venoso. El director de la prisión resolvió entonces inmediatamente aplazar 14 días la siguiente ejecución, de Charles Warner, prevista para las 20H00 locales (01H00 GMT del miércoles).
Minutos después de que comenzara la inyección pudo verse como sufría el condenado, que estaba muy agitado, con el cuerpo tembloroso, levantando los hombros de la mesa de ejecución y emitiendo gruñidos y palabras incomprensibles, según la prensa local, una información que fue confirmada en parte por Massie.
"Después de rechazar durante varias semanas dar detalles básicos sobre los medicamentos usados en los procedimientos de inyección letal esta noche, Clayton Lockett fue torturado hasta la muerte", denunció de inmediato Madeline Cohen, abogada de Warner.
Oklahoma había programado para el martes a la noche su primera doble ejecución en cerca de 80 años, a pesar de los repetidos pedidos de los condenados de información sobre el protocolo de inyección.
El nuevo procedimiento prevé la inyección de un cóctel de tres productos: un sedante, un anestésico y una dosis letal de cloruro de potasio.
INVESTIGACIÓN INDEPENDIENTE Y AUTOPSIA
La defensa de los dos prisioneros había interpuesto en vano varios recursos para obtener información sobre la nueva inyección, en momentos en que tanto Oklahoma como otros estados enfrentan una escasez de barbitúricos.
La Corte Suprema de Oklahoma, tras haber suspendido el 21 de abril de manera indefinida ambas ejecuciones hasta que se resolviera la controversia, estimó dos días después que los condenados "no tenían más derecho a la información que demandaban que si fueran ejecutados en silla eléctrica".
"Debemos obtener respuestas completas sobre lo que falló. Debe haber una investigación independiente realizada por una tercera parte y no por las autoridades penitenciarias", exhortó la abogada de Warner en un comunicado después de la ejecución.
"También debe realizarse una autopsia por un técnico independiente y debe haber una transparencia total sobre las conclusiones", añadió la abogada.
Además, "el estado debe revelar todas las informaciones sobre los medicamentos, incluido su grado de pureza, su eficacia, su origen y los resultados de todos los análisis", fustigó Cohen, según quien "ninguna ejecución puede ser autorizada en Oklahoma mientras no haya más información acerca de la ejecución fallida de esta noche".
Clayton Lockett fue condenado a muerte en 2000 por la violación y el asesinato de una joven que había secuestrado, golpeado y enterrado viva. Charles Warner fue condenado en 1997 por la violación y el asesinato de la hija de once meses de su compañera.
Ambos hombres habían obtenido en marzo pasado la suspensión de sus ejecuciones por falta de anestésico para las inyecciones letales, pero luego el estado logró aprovisionarse.
Desde que fabricantes europeos se negaron a proveer la anestesia más común (pentobarbital) para las ejecuciones, varios estados norteamericanos han luchado para encontrar una solución alternativa.
Algunos recurrieron a preparados farmacéuticos que no están homologados a nivel federal, lo que multiplicó los recursos judiciales de abogados que temen que sus clientes sean sometidos a sufrimientos.