Cuando un padre cambia pañales y lleva a su hijo o hija al pediatra, es probable que permanezca más interesado durante su proceso de adaptación en la escuela; así lo indica un estudio de la Universidad de Illinois, que explora el impacto que tiene la participación de los padres en el rendimiento de los estudiantes.

"Si queremos padres involucrados en la escuela, tenemos que centrarnos en relaciones humanas cercanas y amorosas entre los padres y sus hijos en la edad preescolar. Cuando los padres hacen esto, ellos están asegurando un mayor involucramiento en la vida futura de sus hijos, y están manifestando su voluntad de estar presentes", dijo Brent McBride, profesor universitario de Desarrollo Humano de la Universidad de Illoinois.

A McBride le gusta hablar de "afecto" como ejemplo de participación temprana de los padres. "Si usted, como padre, desarrolla una manera afectuosa de interactuar con su hijo, más tarde, cuando su hijo llegue a casa y le cuente lo que ha hecho en la escuela durante el día, la cálida y estrecha relación que han construido le permitirá a su hijo acercarse con confianza, y a usted le permitirá responder al entusiasmo o a la frustración de su hijo de una manera positiva", explica.

"Si los padres esperan mucho para buscar una relación más estrecha con su hijo, esto ya no será oportuno porque el momento ya habrá pasado", agrega McBride.

DIFERENCIAS EN LOS ROLES PADRE Y MADRE
En el estudio participaron 390 niños y sus familias, y lo que lo hace único es que muestra a madres y padres al mismo tiempo. "No hay una persona en un sistema familiar que haga algo sin haber sido influenciado por otra persona de este sistema. Estando ambos padres en estos análisis se obtiene una realidad más completa y una gran ventaja porque se da un paso por sobre anteriores investigaciones".

El estudio demostró que los caminos son diferentes para las madres y los padres, que reaccionan diferente construyendo relaciones tempranas con sus hijos muy disímiles; el investigador cree que los padres y profesores deben conocer esto y deben averiguar en qué se basan en esas diferencias.

Por ejemplo, si la participación de la madre en actividades relacionadas con la escuela estaban asociadas positivamente con el rendimiento de los estudiantes, la participación del padre en dichas actividades, tenía una negativa correlación con el éxito académico.

"Esto ocurre porque los padres han establecido una pauta de la participación temprana en la vida de un niño más relacionada con situaciones de conflicto, como cuando su hijo tiene dificultades en el entorno escolar", asegura el profesor.

McBride explicó que las funciones parentales no son secuencias de comandos ni para los hombres, ni para las mujeres, y las expectativas no son tan claras. "En la medida en que un padre cubre las necesidades materiales de sus hijos, es generalmente considerado como un buen padre", aseveró.

AMPLIAR LA DEFINICIÓN DE PADRE
"A pesar de que estamos tratando de alentar a los padres a participar más activamente en la crianza de los hijos, no creo que los mecanismos institucionales están preparados para ayudarlos en esta tarea de largo aliento. Esto, porque los encargados de salas cuna, jardines infantiles y profesores no están capacitados para para enfocarlos y ayudarlos para que participen más como padres", precisó McBride.

En su opinión, la mejor manera de realizar estos cambios es trabajar con los educadores para ampliar su definición de "padres", y acercarla a la de "madres".

"Por ejemplo, si usted es un educador de párvulos y uno de sus niños está sufriendo estrés porque no quiere ir al baño, probablemente buscará automáticamente a la madre para que se encargue de estos problemas. Pero ¿por qué no buscar al padre para esto?", se pregunta el académico.

El profesor concluye que es necesario capacitar a los maestros para que se sientan cómodos generando mayor comunicación con los hombres, en su rol de padres.