Una de las situaciones controvertidas que marcó la visita del Papa Francisco a Chile, finalizada el reciente jueves, fue el apoyo que entregó el Pontífice al obispo de Osorno, Juan Barros, quien desde 2015 ha sido objeto de cuestionamientos por parte de laicos de su diócesis, producto de su supuesta vinculación con el ex párroco de El Bosque, Fernando Karadima.
La presencia de Barros en los eventos masivos y el espaldarazo que le dio el Pontífice antes de su despedida, señalando a los medios que "no hay una sola prueba en contra, todo es calumnia", levantó diversas críticas y habría generado incomodidad en ciertos sectores de la Iglesia.
Hoy, sin embargo, el presidente de la Conferencia Episcopal (Cech), obispo Santiago Silva, dijo que "apoyamos absolutamente la decisión del Santo Padre, y desde la comunión y unidad procuramos cumplir nuestra tarea de pastores".
Añadió que cuando se elige un obispo o hay un traslado "siempre hay una investigación previa bien profunda. Cuando se pensó en el traslado del obispo Barros (desde el obispado castrense) es evidente que el Papa recibió una serie de informaciones y no encontró algún delito para no ponerlo como pastor en Osorno. Creo que hay que leer lo del Papa como una petición de que si alguien tiene algo que decir, que constituya una acción que lo invalida para ser pastor y la presente".
Asimismo, el presidente de la comisión organizadora de la visita, el obispo auxiliar de Santiago, Fernando Ramos, consultado sobre un posible quiebre al interior de la Iglesia, aseguró que "apoyamos al Papa. Estamos en total comunión con el Santo Padre. Eso lo queremos decir claramente y esto puede tener varias soluciones, que pasan por las decisiones que tome Juan Barros. Nosotros estaremos siempre en comunión con lo que el Santo Padre diga".
En tanto, el obispo auxiliar de Santiago, Galo Fernández, aseguró que "no creo que la Iglesia esté dividida, nosotros acogemos con respeto los nombramientos que hace el Papa. El Papa ha sido explícito para manifestar que el obispo de Osorno tiene su confianza. Y que si hay elementos objetivos, está dispuesto a recibirlos para analizarlos".
El obispo de Iquique, Guillermo Vera, manifestó que "es lamentable que la visita se haya visto contrarrestada con esto, pero Juan Barros es el obispo en ejercicio y al igual que a todos nosotros le correspondía estar ahí (la misa final de la gira, en playa Lobito). A él no se le ha privado nada de su ministerio e incluso hoy el Papa le dio su apoyo diciendo: tráiganme una prueba".
Distancia
De todos modos, también hubo voces que marcaron distancia ante el "caso Barros". Fuentes cercanas al episcopado aseguraron a La Tercera que algunos prelados se habrían molestado con el hecho de que la presencia de Barros hubiese desviado la atención. Y hoy, el obispo de Rancagua, Alejandro Goic, quien es el presidente de la Comisión Nacional para la Prevención de Abusos del Episcopado, se refirió a la situación, en entrevista con T13 Radio. "Me dejó un sabor amargo que un hermano mío ocupara un rol protagónico que no fue bueno", fueron sus palabras.
Añadió que "sabiendo que ya goza de la confianza del Papa, hubiera sido prudente solo ir a la Catedral, que era un acto propio de nosotros, y seguir el resto por la televisión. Pero cada uno responde a su conciencia".
También hubo críticas, más allá del círculo eclesiástico. Benito Baranda, facilitador del Estado para la visita, señaló a Cooperativa, como opinión personal, que "él (Barros) debería haber dejado de ser obispo hace mucho tiempo; el daño que le está provocando a la Iglesia es muy grande y existen hechos contundentes que se los entregaron al Papa".
También destacó que "hay que escuchar a las personas que han sufrido abusos, no cansarse de escucharlos y actuar en coherencia".
La ministra vocera de Gobierno, Paula Narváez, escribió en su cuenta de Twitter que "es un imperativo ético respetar a las víctimas de abusos sexuales, creerles y apoyarlas. Ninguna defensa institucional puede primar ante este principio básico de una sociedad justa y empática con quienes más lo necesitan".