Llegaron para abrir ventanas y puertas. Llegaron para actualizar la Cámara del Libro. En la comunidad literaria, se sentía, además, cierto optimismo: la directiva que asumía las riendas del gremio en 2011, con el editor Arturo Infante a la cabeza, podría imprimirle el sello cultural que necesitaba. Tres años después pueden exhibir una renovada Feria del Libro de Santiago, con exitosos encuentros de escritores latinoamericanos. Puertas adentro, en cambio, su gestión provocó serios conflictos y cuestionamientos. Tantos, que ayer Infante y otros cinco miembros del directorio renunciaron.
Aunque las disputas se arrastran desde el año pasado, a inicios de marzo tomó la forma de una dura carta en que los directores Norberto Dorfler, Wilma Cortés, Miguel Nieto y Rodrigo Lillo, pedían apoyo a los socios para citar a una asamblea extraordinaria para que la directiva presentara estados financieros, informara de auditorías solicitadas, explicara "irregularidades" sobre el convenio con la productora Arbol de Color (para el diseño de la feria), diera cuenta de su "abandono de obligaciones" y "abuso en la toma de decisiones" y, finalmente, fuera destituida. Hasta la semana pasada, 32 de los 87 socios de la Cámara del Libro apoyaban la asamblea.
El jueves pasado, cuatro miembros del directorio anunciaron su renuncia en una carta: Infante, la vicepresidenta Marilén Wood, la secretaria Jimena Pizarro, y el director Ramón Olacirregui. Se sumó el tesorero, Pablo Dittborn. "Si decidimos sacrificar nuestro tiempo en la actividad gremial no fue para perderlo en rencillas de baja calaña, intentando sesionar en un directorio de griteríos delirantes", decían en la misiva.
Ayer, los directores del organismo tuvieron una reunión en que reafirmaron su intención de renunciar. La salida se haría oficial en la próxima asamblea general, fijada para junio. Tras la cita, Infante dijo a La Tercera que la situación es "es un cuartelazo, un intento de golpe". El también director de Editorial Catalonia agregó que las acusaciones contra su labor financiera son "artificiales" y la gestión de Arbol de Color fue aprobada por el directorio, que también hoy tiene la facultad de ponerle fin: "Pero han preferido el escándalo", dice. Y añade: "Todos los balances que solicitan ya los tuvieron en sus manos los directores, en ellos los números están clarísimos. Sólo esperamos la entrega de nuestra cuenta en la próxima asamblea para proceder a querellarnos por las responsabilidades individuales que están detrás de estos infundios".
Más allá de los intereses del gremio, la crisis de la Cámara del Libro podría afectar la organización de la Feria del Libro de Santiago 2014. "La feria ya está en marcha, pero este intento de sembrar incertidumbre le podría hacer daño", dice Infante. Y concluye: "La cuestión de fondo de nuestra renuncia es comprobar la esterilidad de la tarea gremial con estos compañeros de viaje, con los que no tenemos ningún punto en común: mientras nuestra energía está puesta en influir en las políticas públicas para el libro y la lectura , en construir lectores, la de ellos sólo se expresa en buscar prebendas comerciales en las ferias del libro".