1917 representa un año histórico aunque polarizador para la sociedad rusa. Por ello surgen interrogantes respecto de la magnitud de los actos conmemorativos de las revoluciones que se produjeron hace 100 años.
El Presidente ruso, Vladimir Putin, conocido por sus ansias de revivir las glorias del imperio, ordenó en diciembre pasado conmemorar el centenario de las revoluciones, aunque sin dejar de advertir sobre los peligros de resucitar los viejos antagonismos. Así, el mandatario firmó un decreto en el que recomienda a la Sociedad Histórica Rusa que forme un comité organizador de los preparativos para las celebración y además encargó al Ministerio de Cultura coordinar los actos. Los comités organizadores tenían un mes para presentar sus planes para la conmemoración.
"2017 marca el 100 aniversario de las revoluciones de Febrero y Octubre. Este es un buen momento para mirar al pasado sobre las causas y la naturaleza de estas revoluciones en Rusia. No sólo los historiadores deberían hacer esto. La sociedad rusa en general necesita un análisis profundo, honesto, objetivo de estos eventos", dijo Putin, el 1 de diciembre pasado en su discurso sobre el estado de la Nación.
"No podemos arrastrar hasta nuestros días las divisiones, los odios, las afrentas y la crueldad del pasado. Recordemos que somos un pueblo unido. Un sólo pueblo. Y Rusia solo hay una", advirtió.
El asesinato el 30 de diciembre de 1916 de Grigori Rasputín, el principal confesor de la familia imperial, fue uno de los factores que aceleraron los procesos revolucionarios que llevaron a la primera revolución rusa en febrero de 1917 y la abdicación de Nicolás II en marzo de ese año, poniendo fin a la monarquía rusa y llevando a la formación de un gobierno provisional.
Los historiadores concuerdan en que la revolución de febrero, como también se le conoce, nació como respuesta a las políticas implementadas por Nicolás II, ya que se negó realizar reformas políticas liberales, y también a la participación de Rusia en la Primera Guerra Mundial (1914-1918), que había ocasionado una gran pobreza a la población.
Varios meses después los bolcheviques liderados por Vladimir Lenin aprovecharon el descontento social para tomar el poder en otra revolución (7 de noviembre, en el calendario gregoriano y 25 de octubre en el calendario juliano que se usaba en Rusia), la bolchevique, que desembocó en una guerra civil y que marcó la historia mundial del siglo XX.
Sobre esto, Putin ha insistido en que hay que extraer lecciones de los cataclismos históricos vividos por este país en 1917 no para reabrir las viejas heridas, sino para contribuir a la reconciliación nacional y a reforzar "la actual concordia política y civil".
"Es inaceptable especular en aras de intereses políticos sobre las tragedias que afectaron prácticamente a cada familia en Rusia, independientemente de en qué lado de la barricada estuvieran nuestros antepasados", dijo ante ambas cámaras del Parlamento.
Las advertencias de Putin se explican porque los eventos de 1917 tienen un estatus ambiguo en la Rusia actual. En un artículo la revista británica The Spectator señala que el país está profundamente dividido sobre el legado de ese año turbulento. Los pocos liberales que quedan recuerdan que el derrocamiento del zar dio paso a un breve período de valores liberales y democracia. En cambio, los partidarios de Putin creen que las revoluciones populares son peligrosas y anárquicas, usualmente orquestadas por fuerzas extranjeras.
"El aniversario del golpe que llevó a los bolcheviques al poder y condujo a la creación de la Unión Soviética presenta un dilema para Vladimir Putin. El venera a la Unión Soviética, a la que sirvió como miembro del Partido Comunista y oficial del KGB, pero aborrece los levantamientos populares que la crearon", dice la publicación.
Putin, que ha calificado la caída de la URSS como "el mayor desastre geopolítico del siglo XX", venera el poder del país en esos años y la grandeza imperial. "Rusia ha sido un gran poder por siglos y sigue siéndolo. Siempre ha tenido y sigue teniendo zonas legítimas de interés. No bajaremos la guardia en este respecto ni dejaremos que nuestra opinión sea ignorada", dijo en 1999.
Según diversos analistas, Putin ha mantenido siempre que las revoluciones y los cambios bruscos no traen nada bueno, y pone como ejemplo lo ocurrido en Ucrania, país que, según el líder ruso, se encuentra sumido en una permanente crisis desde el derrocamiento del Presidente prorruso Víktor Yanukovich tras la revolución de Kiev, en 2014.
Durante sus años en el poder Putin ha usado la historia para ayudar a crear un sentido de destino nacional y unidad en Rusia, e incluso ha puesto en un sitial de culto nacional la victoria en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), según recuerda el diario británico The Guardian. Así, bajo sus mandatos los rusos han sido motivados a ver la historia como una larga lista de victorias, por lo que 1917 es problemático. "Por un lado, el estado Soviético que vino desde la revolución fue el que ganó la guerra y cuyos logros militares y científicos son los que venera Putin. Pero él ha puesto la estabilidad como clave en su gobierno, por lo que celebrar la revolución va en contra del origen de su filosofía política", señaló el diario.
"No hay una postura oficial del Kremlin. No se pueden identificar con Lenin, porque era el revolucionario y no se pueden identificar con Nicolás II porque era un líder débil", dijo al periódico Mijail Zygar, periodista ruso.
En todo caso, un sondeo del centro Levada reveló que un 53% de los rusos tiene una opinión positiva del rol de Lenin en la historia y un 27% tiene una negativa.
El aniversario coincidirá con los preparativos de las elecciones presidenciales de marzo de 2018, en las que el jefe del Kremlin debería presentarse a la reelección, según todos los pronósticos.
En caso de victoria, lo que es previsible teniendo en cuenta sus índices de popularidad por sobre el 80%, es que Putin estaría en el poder hasta 2024, casi tanto como el dictador soviético Josef Stalin, que murió en 1953, al año siguiente del nacimiento del actual líder ruso.