BATALLA EPICA Y COLECTIVA
por Daniel Vilalobos
En este capítulo final de la serie, las fuerzas malignas ya controlan por completo el mundo. El colegio Hogwarts está bajo su dominio así como el propio Ministerio de la Magia. La única esperanza radica en la carrera contra el tiempo de Harry Potter y sus amigos por destruir objetos encantados -los horrocruxes- que contienen fragmentos del alma de su enemigo mortal.
La saga inventada hace casi 15 años por J.K. Rowling partió como una insípida fusión de los clichés de magos y brujas con la moral del colegio inglés decimonónico vía Charles Dickens. Y es curioso (e interesante) verla concluir como un relato de destrucción y orden restaurado que se las arregla para ser familiar y fresco al mismo tiempo.
La película, que cubre los eventos de la segunda mitad del séptimo libro, tiene toda la acción a gran escala que le anduvo faltando al anterior episodio. Incluye estupendos efectos especiales, infinitos guiños a los fans acérrimos de la saga y más de alguna alusión a eventos contemporáneos.
Pero ¿funciona el conjunto para un espectador que no conozca los libros y sólo quiera pasar el rato? Sí, bastante bien. Más allá de los vericuetos y reglas del mundo mágico, este es el típico desenlace de una batalla entre el bien y el mal y, en ese sentido, no es difícil seguir los hilos del relato.
Lo que la separa de otras superproducciones épicas de la década pasada es la importancia que ha ido cobrando en ella el espíritu colaborativo y la defensa de la comunidad -la amistad, el colegio- sobre el típico recurso del héroe perfecto y solitario.
Hogwarts es defendida en un esfuerzo grupal, como queda claro en el bello momento cuando los profesores de Hogwarts levantan un cerco mágico sobre los terrenos de la escuela. Maestros y aprendices resisten a una amenaza externa en nombre de algo que ya no tiene que ver con la simple lealtad a los amigos, sino con la protección del lugar donde otros se educarán en un futuro lejano.
Como muchos de sus personajes, la saga en un principio no parecía gran cosa. Creció con ellos, se volvió más compleja, menos inocente y mucho más dúctil y permeable al mundo real que títulos más icónicos, como El Señor de los Anillos.
La Orden del Fénix era una clásica intriga de espías. El Príncipe Mestizo era un thriller escolar con ecos de El ídolo caído de Graham Greene. Las reliquias de la muerte es un relato bélico que abre con un Londres bombardeado desde el aire y cierra con un tren siendo abordado por quienes inician su año escolar. Otro ciclo lectivo en Hogwarts, otra generación. Las sagas de cine pueden acabarse, pero la vida sigue.
Harry Potter y las Reliquias de la Muerte Parte 2
Director: David Yates
Con Daniel Radcliffe, Emma Watson, Rupert Grint. Fantasía. 130 minutos
USA-Inglaterra, 2011
TE + 7
MI MEJOR ENEMIGO
por Gonzalo Maza
Dos vecinos de distinto estrato social y cultural conviven en un barrio de Buenos Aires: un prestigioso diseñador industrial demasiado lleno de sí mismo y un vendedor de autos usados tan vulgar como simplón. El vendedor decide hacer un orificio en la pared para instalar una ventana. "Quedáte tranquilo, va a ser la ventana más linda y canchera de la casa", le dice al diseñador. Pero el problema escala en proporciones, y desnuda un conflicto de convivencia adobado por los eufemismos, el verdadero infierno en la Tierra de la vida urbana: tener que verse la cara con el que vive al lado, un desconocido que nadie quiere conocer. Con un guión salpicado de humor y malicia de Andrés Duprat, la dirección camina por la delicada frontera de la caricatura social, un peligro con un material tan derechamente simbólico como este. Sin embargo, el ingenio de la puesta en escena ayuda bastante al conjunto, que tiene esa vocación de "cine universal" que siempre es necesaria en el cine latinoamericano, pero que a veces recibe el desprecio de los festivales. Película perfecta para ver y discutir.
El hombre de al lado
Directores: Mariano Cohn, Gastón Duprat.
Con Rafael Spregerburd y Daniel Aráoz.
Argentina, 2010.
110 minutos.
LA ARMONIA EN LA NATURALEZA Y EN EL CINE
por René Martín
Todo el mundo ha escuchado acerca de la famosa "Fiebre del oro". Mineros dragando los ríos en busca de un filón que les cambie la vida. Hoy la fiebre continúa, pero son multinacionales que buscan con la última tecnología los yacimientos aun por explotar que quedan en algunos rincones ocultos en el planeta. Por mucho que nos duela la destrucción que la búsqueda de este metal supone, el oro pesa mucho más que el simple deseo de mantener un ecosistema inalterable. La documentalista Carmen Castillo (Calle Santa Fe) se adentra con su nuevo trabajo, El tesoro de América, el oro de Pascua Lama, en lo que ha estado ocurriendo los últimos años en el Valle del Huasco, con la empresa canadiense Barrick Gold, la más grande en lo que a oro se refiere.
Con una mirada bastante balanceada y sin búsqueda de polémica (esto no es una realización a la Michael Moore), Castillo confronta la mirada de los agricultores del valle, con la de los empresarios y economistas que están a favor de este megaproyecto. La visión de los que buscan vivir en armonía con la tierra y los que buscan sacarle el máximo provecho es el conflicto de la cinta de esta realizadora que, en sus otros trabajos, no intentó buscar la supuesta objetividad. Aquí abandona el relato en primera persona y observa. El resultado no deja de tener interés ya que el tema mismo da para debate (coincide con la discusión por HidroAysén), pero se extraña a ratos un sondeo más profundo y mayor agudeza en la mirada. El filme es una reflexión del proceder del mundo actual en contraste con lo que alguna vez fue, pero la urgencia de los hechos llama a una narración con más voltaje. Quizás lo que faltó fue justamente esa primera persona arbitraria que ha elevado los documentales políticos de Castillo a algo superior: testimonios autobiográficos filmados desde las entrañas, el dolor y acaso el resentimiento.
El tesoro de America, el oro de Pascua Lama
Dirección: Carmen Castillo
Género documental
90 minutos
Chile, Venezuela, Francia 2010