Cuatro años bastaron para revolucionar las cosas. Cuatro años para dejar atrás esos recuerdos que lo obligaron a dejar la escuela y dedicarse a la fontanería junto a su padre, esa época en el fútbol junto al Yellowstone y de pelear frente a 50 personas.

Conor McGregor ha impactado al mundo desde su arribo a la UFC. El irlandés y su carácter han llevado a lo más alto a la empresa de artes marciales mixtas. Sin parecer talentoso, con una técnica poco común, pero una zurda devastadora y reflejos felinos, "The Notorious" hizo suyo el deporte. El público enloquece cada vez que aparece en algún lugar y genera en los fanáticos una euforia que crea un ambiente espectacular en sus combates. "No he llegado para participar en el deporte, he llegado para dominarlo", señaló en una conferencia.

McGregor ahora lo tiene todo, pero no siempre fue así. De hecho y hasta 2008, no era una persona que se dedicara 100% a la actividad. Sus entrenadores sabían que el potencial del irlandés era grande y hacían lo posible por motivarlo, pero no fue hasta que su padre lo alentó a seguir que se lo tomó seriamente. Y es que sus primeros pasos en las artes marciales mixtas fueron para superar el bullying del que fue víctima en su adolescencia. No había nadie mejor que su padre para alentarlo, sabía que podía transformar todo su dolor en su mayor virtud. La fontanería quedaba atrás para dar paso al nacimiento de la superestrella.

Cage Warriors fue la primera empresa que puso los ojos en él. Obviamente, McGregor no defraudó y consiguió ser campeón en las categorías "pluma" y "ligero". No obstante, el éxito que significaban los títulos no eran suficiente. En 2013, UFC anunciaba la llegada de Notorious. Su primer combate, contra Marcus Brimage, lo puso en la mira de los especialistas y los fanáticos. Su estilo de pelea no pasó inadvertido. Cuatro años después y con un récord de 21-3, no se entiende a la empresa sin él. Se puso a sí mismo sobre leyendas como Anderson Silva o el mismo José Aldo, a quien derrotó en 13 segundos para coronarse campeón. El irlandés demostró que no sólo importa el talento y, con eso, cambió por completo las MMA. Aún nadie se explica cómo, pero la capacidad que tiene para meterse en la cabeza de sus adversarios le ha dado un sello propio.

Una de las cosas que más ha sorprendido a los seguidores es la capacidad de visualizar los triunfos que tiene Conor. Algunos lo llaman incluso El Profeta. "Llámenme místico, pues yo predigo estas cosas", aseguró en una ocasión. Dijo que a Chad Mendes lo derrotaría por KO en el segundo round y lo hizo. Dijo que derrotaría a Aldo por KO en el primer round y lo hizo. Para Floyd Mayweather también lanzó un pronóstico: KO en el cuarto round. Esta noche veremos si es capaz de cumplir con su profecía.

Ayer, en el pesaje oficial, Conor y Floyd estuvieron frente a frente por última vez antes de la pelea. Ahí, demostró que es él quien tiene el ritmo y el ambiente esta vez. La gente no quiere ver caer a Mayweather, quiere ver ascender a McGregor. Quieren verlo tapar las bocas que siempre están en su contra y darle la razón a lo que siempre ha dicho: "no soy talentoso, estoy obsesionado".