Ésta es la conclusión de una evaluación que tomó en cuenta los principales estudios de los últimos diez años sobre el efecto de las sustancias químicas industriales en los osos polares.

Según el estudio, estas sustancias tienen una serie de efectos subclínicos.

Cuando estos se combinan, pueden tener un impacto dramático y potencialmente fatal en los huesos, los órganos y en el sistema inmunológico y reproductivo de estos animales.

IMAGEN ERRONEA
Una cantidad de contaminantes producidos por la actividad humana llegan a la región polar ártica por medio del agua y del aire.

Entre ellos figuran el mercurio, contaminantes organohalógenos y organoclorinas que se utilizan industrialmente en los fluidos aislantes, en sistemas electrónicos y en pesticidas.

Estas sustancias son, por lo general, solubles en grasas, y por esta razón se acumulan en los lípidos de muchos animales que son alimento de los principales depredadores como, por ejemplo, el oso polar.

Así, estos grandes mamíferos están expuestos a una mayor concentración de toxinas.

El impacto en los osos polares es difícil de medir. Esto se debe a la dificultad de tomar varias muestras de sangre o de tejido de ejemplares vivos.

Por otra parte, se tiende a tomar muestras de animales sanos, lo cual crea la impresión de que la población total es más saludable de lo que en realidad es.

El doctor Christian Sonne del Departamento de Medio Ambiente Ártico de la Universidad Aarhus, en Dinamarca, hizo una revisión de todos los estudios pertinentes sobre el tema.

Este nuevo análisis incluye resultados de más de 200 muestras de tejidos de órganos y cráneo tomados de 80 osos en Groenlandia Oriental, así como diversas mediciones y observaciones de osos que viven en el archipiélago de Savlbard, en Noruega.

ZORROS Y PERROS
Si bien los estudios demostraron la correlación existente entre niveles de contaminación y efectos nocivos para la salud, no muestran que la contaminación sea la causa.

Sonne decidió entonces estudiar el impacto directo de los contaminantes presentes en el Ártico en otros dos depredadores de la zona: los zorros árticos noruegos y los perros que tiran de los trineos en Groenlandia.

Un experimento llevado a cabo en 2003 mostró que los zorros expuestos a los contaminantes padecían problemas de salud, como pérdida de la densidad en la estructura ósea y daños en los riñones y en el hígado.

Efectos similares fueron hallados en los perros.

"Los estudios sobre los osos polares son correlativos, pero esto no nos permite concluir que se trate de una relación causa-efecto", explica Sonne.

El impacto en los osos es probablemente mayor incluso que el que muestran los estudios.

"Es importante entender que todos los sistemas orgánicos están vinculados", señala el investigador.

Quizá cada contaminante aislado tiene un impacto sutil sobre la salud de los osos.

Pero, en conjunto, el impacto combinado puede ser devastador, reduciendo la habilidad individual de cada oso para cazar, reproducirse y resistir a las enfermedades.

"Después de haberme mantenido escéptico, creo ahora que el impacto sobre los osos es cierto", dice Sonne.

CAMBIO CLIMATICO
Además, el investigador concluye que el cambio climático exacerbará el impacto de los contaminantes.

A medida que disminuye la masa de hielo debido al aumento de las temperaturas, los osos polares ayunan por períodos más prolongados.

Esto hace que consuman menos focas e ingieran menos contaminantes.

Sin embargo, compensan la falta de alimentos quemando grasas. Así, se liberan en la sangre mayores concentraciones de toxinas acumuladas en sus reservas de grasas, asegura el experto.

Y esto, debilita aún más a los osos que quedan expuestos a nuevos y más violentos agentes patógenos, capaces de sobrevivir en un Ártico más cálido.