Un contenedor con una sustancia que explota en contacto con el agua cayó al mar desde el carguero Rena, que ha vertido 300 toneladas de petróleo desde que naufragó en Nueva Zelandia, informó hoy la autoridad marítima.

Se desconoce la ubicación de este contenedor con ferrosilicio del barco, que ya ha causado una catástrofe ambiental, según declaraciones del jefe del rescate, Bruce Anderson, citadas por Radio New Zealand.

En total han caído al mar unos 88 contenedores desde que el carguero naufragó el pasado 5 de octubre, de los cuales 58 están vacíos y los otros contienen productos lácteos, madera y piel de animales, agregó Anderson.

La Autoridad Marítima de Nueva Zelandia (MNZ, siglas en inglés) informó de que las grietas detectadas ayer en el Rena no han empeorado y el carguero parece haberse asentado en el arrecife.

El carguero de bandera liberiana, que tenía unas 1.700 toneladas de combustible en su interior, ha vertido más de 300 toneladas al mar desde que naufragó en el arrecife de Astrolabe, a unos 12 kilómetros de la ciudad portuaria de Tauranga, en la Isla Norte.

La "marea negra" ha causado la muerte de unas 200 aves salvajes y la contaminación de varias playas de Tauranga, cerradas a partir de hoy por razones sanitarias.


En tierra firme, medio centenar de personas se encuentran limpiando las playas, una tarea que se cree durará varios días.

Hasta el momento se han recolectado 50 toneladas de desperdicio sólido y cinco de líquido, informó hoy MNZ en un comunicado.

Las condiciones meteorológicas comienzan a amainar alrededor del Rena, propiedad de la empresa griega Costamare, donde los vientos han reducido la velocidad y las olas miden un metro, unas cuatro veces menos que en días previos.

Un equipo de la empresa de salvamento Svitzer intentará entrar hoy en el Rena con el objetivo de extraer el combustible que aún tiene en el interior.

Como consecuencia de la catástrofe causada por el naufragio, el capitán del barco fue acusado ayer de provocar peligro innecesario, mientras que el marino responsable de vigilar la navegación del buque comparecerá hoy en los juzgados para escuchar los cargos.

El capitán afronta una pena máxima de doce meses en prisión o una multa de 10.000 dólares neozelandeses (7.823 dólares o 5.728 euros).