Casi una década después del accidente que marcó el final del mito del jet supersónico, cuando la explosión de un Concorde acabó con la vida a 113 personas, un tribunal francés comenzará mañana la tarea de establecer quién tuvo responsabilidad en la tragedia.
El juicio, que durará alrededor de cuatro meses, cuenta con 90 volúmenes de investigaciones, 534 piezas de evidencia y varias explicaciones contradictorias de lo que ocurrió, cuando en julio del 2000 un Concorde de Air France estalló mientras despegaba del aeropuerto Charles de Gaulle.
Los acusados son los empleados de la Dirección General de la Aviación Civil francesa (DGAC), de la compañía que fabricaba el Concorde, Aérospatiale, y de la aerolínea estadounidense, Continental Airlines.
El juicio, que se realizará en Pontoise -localidad cercana a París-, será una verdadera batalla de expertos, donde los investigadores oficiales tratarán de establecer que un trozo de metal en la pista de despegue -una pieza de un avión de Continental- destrozó uno de los neumáticos del Concorde, lo que inició las llamas que llevaron a la explosión.
Sin embargo, los abogados de Continental cuestionan justamente esa suposición, ya que, según ellos, las llamas en el avión empezaron antes de que la lámina de metal de 43,5 centímetros de largo golpeara al jet.
Los antiguos empleados de la DGAC y de Aérospatiale son acusados en general de no haber advertido sobre los posibles riesgos que entrañaba el Concorde.
Alrededor de 700 familiares de las víctimas del vuelo AF4590 llegaron a un acuerdo con Air France para el pago de indemnizaciones poco después de la catástrofe. Según algunas estimaciones, se habría pagado una suma de unos 173 millones de euros (241 millones de dólares).
El JET SUPERSÓNICO
El jet supersónico de 62,1 metros de largo y una ancho de sólo 25,5 metros, que alcanzaba una velocidad de 2.405 kilómetros por hora, representaba la fascinación pura por la tecnología para millones de personas.
Muchas estrellas de fama mundial y otras que aspiraban a serlo eran clientes habituales del Concorde. A Margaret Thatcher le gustaba viajar en el jet, así como a la reina Isabel de Inglaterra y al Papa Juan Pablo II.
El último Concorde despegó tres años después de la tragedia, entonces un vuelo de Europa a Nueva York duraba tres horas y media, hoy, el vuelo de línea más rápido necesita el doble de tiempo para el mismo trayecto.