La conferencia de paz para Siria arrancó hoy en Montreux con una fuerte disputa: el ministro sirio de Asuntos Exteriores, Walid al Muallem, no respetó el tiempo adjudicado para su intervención, pese a la advertencia del moderador de la cita, el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon. 

"Tras tres años de sufrimiento, tengo derecho", replicó, y acabó hablando más de 20 minutos en lugar de los 10 previstos.

En las conversaciones de hoy participan representantes del gobierno de Damasco, de la oposición y diplomáticos extranjeros, pero las verdaderas negociaciones sobre el alto el fuego y la formación de un gobierno de transición no comenzarán hasta el viernes, en la sede de la ONU en Ginebra.

Desde 2011 la guerra civil en Siria ha costado la vida a más de 130.000 personas y miles están desaparecidas. La conferencia, esperada y preparada durante meses, busca dar una señal de esperanza par hallar una solución política al conflicto. Sin embargo, las diferencias entre partes implicadas y los países que los apoyan son profundas, especialmente en lo que respecta al presidente Bashar al Assad. 

El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, dijo en su intervención inicial que no hay espacio alguno para el presidente Bashar al Assad y su familia. Además señaló que no sólo se trata de abordar cuestiones humanitarias y acordar ceses de hostilidades puntuales, sino de lograr una paz amplia para Siria. 

También el presidente de la Coalición Nacional Siria, Ahmed Al Yarba, reiteró que la marcha del presidente Bashar al Assad es el requisito previo para seguir avanzando en las conversaciones.

"Apoyamos plenamente Ginebra 1", aseguró Al Yarba, que encabeza la delegación de la oposición siria. "Ese documento deja claro que Al Assad tiene que renunciar y delegar el poder. No podemos y no debatiremos una solución política hasta que eso se haya abordado". 

Al Assad, que no participa físicamente en la conferencia, ha rechazado hasta la fecha cualquier exigencia de dimisión. En la jornada del martes juristas internacionales lo acusaron de estar detrás de torturas y asesinados de rebeldes. 

Fuera del edificio de la conferencia, se congregaron partidarios del presidente que gritaban: "Defenderemos a Bashar con nuestra sangre y con nuestras almas". Al Muallem descalificó a los rebeldes de la oposición tachándolos de mercenarios y terroristas del entorno de Al Qaeda. Y agregó: "Esta conferencia no puede tener éxito porque la política y el terrorismo no pueden ir de la mano". 

"Algunos de los países presentes tienen sus manos manchadas de sangre", agregó una desafiante Al Muallem, quien también increpó a la oposición. "La delegación (del gobierno) de Siria está aquí para representar al pueblo, el Ejército y al presidente (Bashar) Al Assad", dijo. Seguidamente cuestionó la legitimidad de la oposición para representar a Siria. "¿Qué han hecho ustedes por Siria? ¿Dónde está su visión para el país? ¿Cuáles son sus ideas? Estoy bastante seguro que no tienen nada". 

El ministro ruso de Exteriores, Serguei Lavrov, pidió por su parte que Siria siga siento un "Estado soberano, secular".

El presidente de Irán, Hasan Rohani, se mostró poco optimista sobre las posibilidades de éxito de la conferencia. "Por supuesto que estaríamos contentos si la conferencia llevase la paz a Siria, pero tal como se perfila, hay pocas esperanzas", señaló el presidente de la república islámica antes de partir hacia Davos, donde mañana jueves hablará ante el Foro Económico Mundial.

En menos de 24 horas, Irán fue convocado y desconvocado a participar en la conferencia de paz sobre Siria. Teherán, que había aceptado primero la invitación oficial, lamentó después que se diera marcha atrás y se mostró decepcionado con el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, quien cursó la invitación.

Al término de la conferencia de un día en Montreux está previsto que el viernes comiencen negociaciones entre el régimen y la oposición encaminadas a lograr un alto el fuego y un gobierno de transición. Los diplomáticos no esperan que se logre rápidamente un resultado.