Los hay de arte, de diseño, danza, música y también teatro. Hace por lo menos 10 años que en Seúl, la capital de Corea del Sur, se vive en constante fiesta en mitad del otoño. Una generosa cantidad de festivales confluye en estos días, y entre los 10 millones de habitantes hay quienes hacen un alto en sus jornadas con tal de conseguir una entrada. El lunes pasado al mediodía una fila capeaba el calor con sombrillas frente al Teatro Nacional: más de 100 espectadores disputaban los últimos 15 tickets gratuitos para la obra Papá, de la compañía japonesa Théâtre de la Feuille, que se presentaba a la noche siguiente.

Integrada por actores que bordean los 30 años, la agrupación ha puesto en escena la conmovedora historia de un padre que es abandonado por su hijo en un asilo, recurriendo al teatro de objetos. El montaje, aplaudido por la crítica de su país y ahora por programadores europeos, latinoamericanos y asiáticos, integra la selección internacional de la 12° edición del Performing Arts Market (PAMS), la feria más grande del país, y que se prolongará hasta este viernes. Creada en 2005, e impulsada por el Ministerio de Cultura, Deportes y Turismo, además del Consejo de Artes de Corea, pretende dar a conocer y distribuir la creación local en el mundo, y al mismo tiempo importar obras de autores desconocidos y lejanos, escogidas por más de 180 expertos.

Los propios asiáticos han puesto varios de sus renombrados creadores al frente: entre ellos el montaje Todos los soldados son patéticos (Golmokil Theatre), una crítica del director y dramaturgo Kunhyung Park al ejercicio militar (presuntamente por la situación en Corea del Norte), en las voces de un desertor del ejército en 2015, un piloto kamikaze coreano en 1945, los contratistas para el ejército de EEUU en Irak en 2004, y la tripulación de una patrullera hundida cerca de la isla Baengnyeong, en el límite marítimo con Corea del Norte, en 2010.

Ramificado por más de 20 escenarios en toda la ciudad, el PAMS puso sus ojos en China hace tres años. Luego, en Vietnam, Singapur y Camboya, y en 2016 sobre Oriente Medio. En esta versión, a la que asisten 2.000 artistas provenientes de 60 países, ha sido el turno de Latinoamérica. "Es allí donde han surgido las más notables búsquedas de lenguaje escénico y visiones del mundo que habitamos hoy, y por eso debemos potenciar la relación entre nuestro continente y las nuevas castas de creadores latinoamericanos", dijo durante la conferencia de inauguración Kim Sunyoung, uno de sus impulsores.

Con charlas gratuitas, más de 10 stands a cargo de grupos emergentes de la región y la presencia de un solo montaje latinoamericano en la selección internacional oficial, Estado vegetal de la dramaturga y directora chilena Manuela Infante, las banderas de Brasil, Argentina, Perú y Colombia, entre otros, flamean en primera línea. "Ha sido un honor y un misterio que una obra como la mía haya sido escogida entre cientos que postularon", dice Infante. "Creo que ahora o en el futuro, y a medida que la relación entre ambas regiones se fortalezca aún más, habría que descubrir cuál fue la razón por la que este montaje despertó interés aquí y no uno político o histórico, como suele ocurrir. Para mí esa sigue siendo una incógnita", concluye.