El jueves se cerró una campaña electoral donde el ritmo de los temas a debatir y -sobre todo- a no debatir estuvo en manos de la misma persona que ganó las elecciones de 2006, que impulsó una nueva Constitución en 2008, revalidó el cargo en 2009 y a quien las encuestas señalan como favorito en las presidenciales de mañana. Rafael Correa, el economista de 49 años que alcanzó el poder hablando de "Revolución Ciudadana", se encuentra en la mayoría de los sondeos a más de 35 puntos porcentuales de diferencia sobre el segundo de los otros siete candidatos, el ex banquero Guillermo Lasso.

Las presidenciales se celebrarán en dos tandas, el 17 de febrero y el 7 de abril. Pero si en la primera vuelta un candidato obtiene la mitad de los votos válidos más uno o bien, consigue el 40% de los sufragios y una diferencia de al menos 10 puntos porcentuales con respecto al segundo candidato, será nombrado Presidente. Todo apunta a que Correa accederá mañana a un segundo mandato que le permitirá gobernar hasta 2017. Si no, habrá balotaje.

La verdadera incógnita de estas elecciones consiste en saber si el oficialista Alianza PAIS conseguirá por primera vez la mayoría absoluta en las elecciones legislativas, que también se celebran mañana. Para ello "se necesitan 69 diputados de los 137 de la Asamblea. Pero las encuestas nos dan unos 80", dice el vocero de PAIS, Galo Mora. Y esa mayoría abriría la puerta a Correa para aprobar cuestiones que antes le fueron vetadas, como la reforma del Código Penal o una ley de comunicación que los principales medios privados tachan como una amenaza a la pluralidad democrática.

Pero en la campaña apenas se ha hablado de la ley de comunicación o del desempleo o de la inseguridad ciudadana. "Se han dejado al margen cuestiones que interesan mucho más a la gente, como la salud, la seguridad, la libertad de expresión o la cuestionada independencia judicial", explica la directora de ONG Participación Ciudadana, Ruth Hidalgo, quien lamenta la "in- madurez democrática" que se está reflejando en el proceso electoral. "Tres de los ocho candidatos crearon sus partidos para estas elecciones. Y uno de ellos dijo que su objetivo era sólo medir su presencia electoral. O sea, usa los comicios como una encuesta que le sale gratis. Los opositores se han definido más por su anticorreísmo que por los postulados ideológicos", agrega. "Tampoco ha habido un tema central de discusión y ese ha sido uno de los errores de la oposición", señala el politólogo Simón Pachano. "Tampoco hay un liderazgo alternativo creíble al de Correa. Ningún opositor ha logrado explicar el porqué no debería votar a Correa", agrega.

La gran carta de Correa en su campaña fue la bonanza económica del país. Los altos precios del petróleo en los últimos años se han traducido en mayores subsidios para las familias pobres, inversiones en infraestructuras, sobre todo en carreteras, aumento de salarios, empleos públicos… Su política de subsidios hacia las clases más desfavorecidas se asemeja a la de Hugo Chávez en Venezuela y Cristina Fernández en Argentina.

"Pero la gran diferencia es que en Ecuador se adoptó el dólar como moneda oficial. Y eso te impide utilizar al Banco Central, como en Argentina, para imprimir dinero y financiar la economía. Con lo cual la inflación está controlada y este gobierno se ha privado de cometer los excesos que se han visto en Argentina y Venezuela", explica el economista Pablo Lucio Paredes.