El compuesto, desarrollado por investigadores del Centro de Trasplantes del Consejo de Investigación Médica (MRC) del King's College de Londres, simula la propia capa protectora de los órganos.

El procedimiento requiere recubrir los órganos con la sustancia para protegerlos, mantener su calidad y evitar que se dañen antes del trasplante.

Los detalles de la investigación fueron presentados durante el Festival de Ciencia se que se celebra en Birmingham, Inglaterra.

"Esperamos que esta técnica duplique la vida de un trasplante" afirmó el profesor Steve Sacks, del MCR.

A pesar de que han pasado más de 50 años desde que se llevó a cabo el primer trasplante de un órgano en el mundo, estos procedimientos todavía presentan serios desafíos para los científicos.

Al problema de la escasez de órganos donados se le suman las dificultades para mantener la calidad de un órgano fuera del cuerpo humano mientras se le transporta hacia el quirófano.

Y también está el riesgo de que el paciente rechace los tejidos, ya sea inmediatamente después del trasplante o en los años siguientes.

Actualmente, menos del 50% de los injertos todavía funcionan después de una década en el cuerpo del paciente.

A "LAVAR" LOS ORGANOS
La nueva sustancia creada por los investigadores del King's College se utiliza para "lavar" el órgano durante la transferencia del donante al receptor.

Una vez que se injerta el tejido, el compuesto limita la actividad de parte del sistema inmune -el llamado sistema "del complemento"- que normalmente atacaría e intentaría destruir las células de cualquier organismo foráneo, incluidas las células de un órgano donado.

El sistema del complemento también tiene como función apoyar el ataque de los propios glóbulos blancos del paciente contra el nuevo órgano.

En circunstancias normales, la respuesta del complemento está regulada por moléculas proteínicas que se ubican sobre la superficie de las células renales, pero estas moléculas se pierden en los órganos donados debido al estresante proceso de transferencia.

Para solucionar este problema, los científicos del MCR crearon en el laboratorio un compuesto a base de proteínas, que llamaron Mirococept.

Y también desarrollaron un tratamiento adicional para asegurar que la sustancia quede "fijada" luego de cubrir al órgano.

"Es arrojar un cubo de pintura contra una pared: la pintura queda detenida en la pared. No es como cuando se arroja un cubo con agua, pues el agua se escurre y se va" explicó el doctor Richard Smith, director del Centro de Terapias Proteínicas del MCR.

"El agregado sintético es, en este caso, el agente encargado de espesar la pintura. Lo que hace es engancharse a la membrana de las células. Se adhiere a las paredes de los vasos sanguíneos y esto cambia al riñón dándole más protección contra al sistema del complemento", agregó.

La aplicación de la capa protectora de Mirococept se lleva a cabo cuando el órgano se extrae del donante.

EN CINCO AÑOS

El profesor Martin Drage, especialista en cirugía de trasplantes en los hospitales Guy's y St. Thomas en Londres, le dijo a la BBC que "una de las cosas que debes hacer cuando extraes un riñón de un donante es lavar toda la sangre del órgano porque puede coagularse y destruirlo".

"Se hace antes de colocar ese riñón en el hielo para transportarlo hacia donde está ubicado el receptor".

"Así que el Mirococept se incluye como parte de la solución que se utiliza en el proceso de lavado del riñón", explicó el experto.

Hasta ahora, sólo se ha llevado a cabo una prueba de seguridad con el compuesto para demostrar que no daña al órgano o al paciente.

Pero ya se está llevando a cabo un ensayo clínico para comprobar su efectividad y los investigadores afirman que los estudios de laboratorio han sido muy alentadores.

Y, si todo sale bien, se esperan que el tratamiento pueda ser introducido en unos cinco años.

Uno de los beneficios más importantes del Mirococept parece ser su capacidad para mantener la calidad del órgano durante la transferencia al receptor, incrementando las probabilidades de que sea aceptado por el paciente.

"Si este trabajo se traduce en beneficios en la práctica clínica, y creemos que así será, esto significaría un mayor uso de órganos donados que de otra forma no podrían usarse para trasplantes", afirmó el doctor Sacks.

"Esto extendería el acervo de donantes", concluyó.