Antes de radicarse en Chile, el pintor Mario Carreño fue un incansable viajero que amoldó su camaleónico pincel a cada momento y lugar donde estuvo. Nacido el 24 de junio de 1913, en La Habana, su primera etapa artística fue acorde con el color y el calor de la América caribeña. A los 19 hizo su primer viaje: en Madrid, su pintura recibió el impacto de la Guerra Civil española; en México, cayó bajo el influjo de sus amigos muralistas Diego Rivera y Alfaro Siqueiros; en París, se codeó con el cubista Pablo Picasso, y en EE.UU., volvió a los temas americanistas.

Para cuando llega a Chile, en 1958, la mano de Carreño estaba entrenada para cualquier desafío estilístico. Esa versatilidad lo ha llevado a la cumbre de los artistas latinoamericanos y aún hoy es uno de los más cotizados en el mercado: en 2009, su pintura Fuego en el batey (1943) se vendió en Christie's en US$ 2,8 millones, rompiendo su propio récord. "Está indiscutiblemente dentro de los maestros, junto a Matta, Joaquín Torres García, Rufino Tamayo y Botero. Su obra se ha ido revalorizando con los años, sobre todo la que va entre 1935 y 1954. En EE.UU. es muy apreciado", dice Denise Rattinoff, representante de Christie's en Chile.

Pero tras la muerte de Carreño, en 1999, por un infarto cerebral, el mercado se ha llenado de obras falsas que empañan su legado.

El próximo martes, a 100 años del nacimiento del pintor, sus herederos presentarán oficialmente la recién creada Fundación Mario Carreño, que difundirá y custodiará su obra.

"En estos años, hemos visto cómo se ha ido deformando la carrera de Mario, con la aparición de una serie de obras de pésima calidad atribuidas a él, queremos detener eso y volver a reposicionarlo en la escena", dice Juan Campos, su discípulo más cercano y quien estará a cargo de certificar la obra de Carreño.

SUBASTA Y LEGADO

Liderada también por las hijas del pintor, Mariana y Andrea Carreño, la fundación será presentada dentro de un homenaje en el Museo de Bellas Artes, el martes 25, a las 19 horas. Allí, el escultor Gaspar Galaz y el actor Julio Jung hablarán sobre su amistad con el artista, se realizará una subasta de grabados inéditos, oficiada por Denise Rattinoff, y el director del museo, Roberto Farriol, presentará al público un óleo de Carreño, de 1960, que acaba de ser adquirido por la pinacoteca nacional.

"Hasta ahora teníamos sólo una obra de Carreño en nuestro acervo. La nueva pieza es de su etapa geométrica, que personalmente me parece la más interesante, refleja toda su fuerza en el color y la estructuración de los planos", señala Farriol.

Dentro de los planes de la fundación está realizar una gran exposición en 2014, reuniendo obras de Carreño, conservadas en colecciones particulares y algunas que serán prestadas por el Museo de Bellas Artes de La Habana. Su última muestra se hizo en 2004, en el Museo de Artes Visuales, con más de 80 cuadros y esculturas en bronce. "Hay mucho que hacer, queremos ordenar y digitalizar su archivo con fotos y cartas. El guardaba todo. Están los billetes del barco en que llegó a Chile. Queremos reeditar libros sobre su trabajo y elaborar un catálogo razonado con todas sus obras", cuenta Mariana, hija del tercer matrimonio de Carreño con la artista chilena Ida González.

El pintor fue clave en la escena artística local de los años 60. En 1959 fue cofundador de la Escuela de Arte de la U. Católica, en 1969 se nacionalizó chileno y en 1982 recibió el Premio Nacional. Tuvo, además, una estrecha amistad con Pablo Neruda, que se reflejó en sus cuadros: en los 70, mascarones de proa, escenas oníricas y temas americanistas plagaron sus telas.

En la actualidad, sus obras están sobre todo en colecciones privadas en EE.UU. "En Chile casi no existe obra de los años 40 o 50; sin embargo, afuera no se conoce mucho su etapa chilena, que es bastante diferente", dice Rattinoff.

Según Juan Campos, quien por 30 años acompañó a Carreño en su taller, lo que define su pintura es la excelencia técnica. "De Mario, alguien escribió una vez que era 'un pintor desde los más hondos secretos de la técnica, sus obras se pueden permitir el lujo de la facilidad, que es el de la perfección'. Para mí eso es clave. Es esencial proteger su obra de los imitadores".