Es posible que existan más recetas de cocina que estudios científicos sobre la centolla magallánica (Lithodes santolla). El sabor de su carne hace que este crustáceo sea altamente apetecido por restaurantes de todo el mundo. En 2013, Vietnam, Taiwán y Francia fueron los tres países que concentraron la mayor parte de las 399 toneladas exportadas por Chile, según el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura.
Manuel Díaz, director de este organismo en la Región de Magallanes, dice que estos ejemplares no se pueden capturar en cualquier momento. Su extracción está prohibida entre el 1 de diciembre y el 30 de junio de cada año. Pese a la restricción, en 2013 se incautaron 22 toneladas de centollas que serían comercializadas en el mercado negro.
El déficit de información científica sobre esta especie y las amenazas a las que está expuesta motivaron a la fundación Cequa a crear el primer banco de genes de la centolla, que permitirá mejorar su conservación y desarrollar planes de manejo para el recurso marino más importante de Magallanes, cuyo precio por kilo oscila entre los 18 mil y 23 mil pesos.
"Es de suma importancia generar este tipo de información que permite conocer más sobre esta especie y resolver algunas de las problemáticas que existen o que se puedan presentar en la pesquería", dice la Fabiola Arcos, líder de la investigación que comenzó en 2012.
La creación del banco de genes fue posible gracias a la existencia de la disciplina genética conocida como genómica (ver infografía), que permitió obtener información relacionada con el crecimiento, la reproducción, la diferenciación sexual, el sistema inmune y la resistencia a patógenos de la especie.
Los resultados permitirán desarrollar un kit para identificar enfermedades y el sexo de la centolla durante procesos de fiscalización, ya que la veda para ejemplares hembra es permanente.