Rafaela era el nombre de la burra. Con un saco en su lomo con más de 40 libros recorría el sector La Peña, al interior de la V Región. Se le conocía también como "Biblioburra" y su nobleza consistía en acompañar a un grupo de mujeres que recorrían varios kilómetros para entregar cultura a los vecinos.
La proeza de Rafaela se repitió por varios años a fines de la década del 90. Y como ésta han existido varias iniciativas como la "Bibliolancha" o "Los Quijotes de la lectura", cuyo fin es fomentar la lectura y su comprensión. Entregar un libro con historias, ideas, imágenes para aprender, entretener y dialogar.
"Estamos trabajando de manera participativa en la elaboración de una política que se haga cargo de las múltiples dimensiones del fomento del libro y la lectura hoy en Chile", dijo la Presidenta de la República, Michelle Bachelet, el pasado 23 de octubre en la inauguración de la Feria del Libro de Santiago. Y agregó que en la Ley de Presupuesto 2015 se propone un aumento a los recursos del libro y la lectura de $ 5.400 millones.
Así es como la Nueva Política del Libro será un documento definitivo a fines de este año elaborado por el Consejo de la Cultura y las Artes. Luego llegará a las manos de la Presidenta, quien hará en la primera quincena de enero de 2015, el anuncio oficial sobre la nueva política que espera aumentar los indices de alfabetización. El énfasis: crear futuros lectores estimulándolos desde la primera infancia.
"Es fundamental para la formación de un lector que esté vinculado, ojalá desde el embarazo, con los libros, acá el papel del entorno familiar es clave", dice Claudio Aravena, gerente de Desarrollo de la Fundación La Fuente.
Según el último estudio de Comportamiento Lector (2011), del Centro de Microdatos de la U. de Chile, el 84% de los chilenos "no demuestra una comprensión adecuada de textos largos y complejos".
"Un lector que se inicia desde la primera infancia será un individuo que comenzará a aprender y a desarrollar sus habilidades de manera natural. Está comprobado mundialmente que estos lectores son personas con mejor educación", señala Giovanna Morales, de la editorial Amanuta, que edita libros infantiles.
¿Cómo fomentar la lectura? Un ejemplo: en 2007 se echó a andar el programa Maletín literario. Serían 400 mil familias las beneficiadas, "en situación de vulnerabilidad socioeconómica", a quienes les llegaría una caja con un máximo de nueve libros. Se citaron a un grupo de escritores para hacer la selección de títulos. Se invertirían $ 11 mil millones en su implementación hasta el 2010, pero el terremoto de febrero de ese año destinó parte del dinero al plan de reconstrucción.
"Fue un total fracaso. Una política de buenas intenciones. Los libros que seleccionamos no fueron los que se incluyeron en el maletín", dice el escritor Rafael Gumucio, parte de ese jurado.
Del proyecto implementado por la Dibam surgieron las más variadas especulaciones. Se dijo que los libros terminarían vendiéndose en la feria, como también que muchas cajas quedaron en bodegas, en todo Chile, sin entregar.
Hoy el panorama es otro. En agosto pasado se convocó a más de 500 personas en todas las regiones para participar en diferentes mesas para crear propuestas para la Nueva Política del Libro. Esta actualizará la anterior (2005-2010) y además reemplazará el programa Lee Chile Lee, creado en el gobierno de Sebastián Piñera.
"La nueva política del libro ha sido una prioridad del Consejo de la Cultura de este año", comenta Regina Rodríguez, secretaria ejecutiva del Consejo del Libro.
Escritores, editores, académicos, especialistas en temas de fomento lector. Instituciones como Un Techo para Chile propusieron acciones concretas en siete mesas (Fomento de la Lectura, Educación y Lectura, Creación, Industria e Internacionalización, Patrimonio, Marco Jurídico e institucional y Edición Electrónica). Estas propuestas serán acotadas por el directorio del Consejo de la Cultura para que a fines de noviembre lleguen a la Presidenta. La idea es que la nueva política se ejecute junto a la Reforma Educacional.
"Es necesario, porque hasta el momento sólo se entiende la educación como sinónimo de instrucción", comenta Rafael Gumucio.
"Para mejorar la calidad de la educación hay que mejorar la comprensión lectora; es una condición necesaria", dice Paulo Slachevsky, director de editorial Lom, quien intervino en la mesa de Industria e Internacionalización.
¿Cómo crear a nuevos lectores? "Lo importante es preparar a bibliotecarios y profesores. Estimular a los estudiantes para que se apoderen de la palabra, que armen sus propios textos, entrar por otros caminos a la lectura", cree la bibliotecaria Lynn Shirey, encargada del área de literatura Hispanoamericana de la biblioteca de la U. de Harvard, EE.UU., que esta semana habló de su experiencia en la Feria del Libro de Stgo.
Un programa que empezó a realizarse este año, en Suecia, se llama Lectura para la Vida. Este se basa en tres ejes: sacar los libros de los lugares obvios, por ejemplo, entregar copias en canchas de fútbol; incentivar el e-book en bibliotecas, y capacitar a profesores. Su costo: $ 29 mil millones.
Entre las propuestas para la nueva política del libro destacan: la creación de bibliotecas comunales y barriales y una editorial del Estado. Sobre lo primero, Claudio Aravena dice: "Una buena red de bibliotecas serían centros de educación informal, o sea, tener libros al alcance de las personas, a cuadras de su casa". Giovanna Morales, de Amanuta, desconfía de un nuevo sello estatal: "No es sinónimo de mejoras. Mientras exista un IVA par los libros, se seguirá considerando el libro como un 'producto' de venta".
Otro de los puntos planteados es la importancia de que los libros hechos en Chile circulen en el extranjero. A su vez esto permitirá que los autores nacionales tengan mayor difusión internacional. "Yo veo que en América Latina no hay una buena política de distribución. A pesar de que hay muchos jóvenes a cargo, por ejemplo, de editoriales independientes que trabajan libros de calidad y que merecen ser difundidos", cree Lynn Shirey.