Camila Pizarro es enfermera y, producto de su ritmo de trabajo, no tiene muchas opciones de moverse fuera de la ciudad. Algo lamentable, dice ella, pues esta situación le impide realizar una de sus grandes pasiones: el surf.
"Trato de ir a Pichilemu apenas tengo un par de días libres, pero la verdad es que cada vez se me hace más difícil y pierdo constancia en el deporte", explica Pizarro.
Su situación, no obstante, comienza a ser cada vez menos costosa y "dolorosa" para los amantes de las olas dentro de Santiago. Esto, debido a que cada vez son más los establecimientos que ofrecen el servicio de clases de surf en Santiago.
¿Cómo reemplazar el mar? Muy fácil, con tablas transportables.
Ese es el caso de Surfset Fitness Chile, que hace poco menos de un año -en agosto de 2013 dieron su primera clase- se encuentra enseñando esta disciplina con un enfoque de ejercicio y fitness en Las Condes.
Para ello emplean unas tablas que se mantienen estáticas en el suelo, pero que simulan de manera idéntica el vaivén de las olas durante las clases, que duran, aproximadamente, 45 minutos.
"Es un tipo de entrenamiento funcional, que nació a partir de un jugador de hockey amante del surf, quien inventó este prototipo, en el que se trabaja el equilibrio, la fuerza y la resistencia, además de quemar grasa", cuenta Cristóbal Arístegui, profesor y dueño de Surfset Chile.
"Por sesión se pueden llegar a quemar unas 800 calorías", agrega, señalando que en las clases se ambienta con música playera y se enseñan conceptos como la remada (avanzar con los brazos a través del agua) y la parada sobre la superficie de la tabla.
Las clases en Surfset Chile se realizan los martes y jueves, en tres horarios (de 13.00 a 14.00; de 19.15 a 20.00, y de 20.00 a 21.00) y tienen una capacidad para siete a ocho personas. Las sesiones se cobran con un valor que va desde los 40 mil a los 50 mil pesos.
"Hemos tenido buena recepción con las clases y estamos viendo la posibilidad de cambiarnos a otro lugar para poder incorporar a más personas", explica Arístegui.
Una ola californiana
Es una de las más conocidas en Santiago y su nivel de similitud con el mar es aplaudida por los capitalinos. Wavehouse Santiago partió en Chile hace, aproximadamente, cinco años, cuando se instaló en el Mall Sport, donde actualmente atiende a cientos de personas, las que con traje térmico y tabla en mano entrenan por una hora, aproximadamente.
Según cuenta el wave operations manager de la empresa, Patricio Polanco, la máquina, que fue creada en San Diego, California, "fue diseñada para estimular la sensación del surf en un ambiente controlado, pensando siempre en la seguridad del usuario. Están hechas para personas de todas las edades y niveles de habilidad, incluso para quienes nunca se han acercado a una tabla y que pueden practicar tanto en un bodyboard -recostados o de rodillas- o en un flowboard (tabla más pequeña) para dominar una ola.
Actualmente, este modo de practicar surf tiene dos formas de ser desarrollado en el lugar. La primera es pagando 20 mil pesos por una clase guiada por un profesor, la que tiene una duración de una hora, en la que hay 10 minutos de charla y conceptos básicos y 50 de entrenamiento en el agua, que incluyen el traje y la tabla de surf.
Para los más profesionales, esta modalidad tiene un precio más barato de 12 mil pesos, en los que se puede andar libremente durante una hora. Eso sí, no cuenta con traje ni tampoco con la tabla de surf, los cuales deben ser traídos por los deportistas.
"Es una forma más sana de sentirse en el mar dentro de Santiago, además que le quita un poco de margen de riesgo a la actividad. Está ideal para que los más pequeños aprendan y pasen un buen rato libre practicando este deporte", remata Polanco.