De alguna manera, Italia pareciera seguir los pasos de Grecia. Más de un mes después de los comicios legislativos del 24 y 25 de febrero, las principales fuerzas políticas del país no han logrado formar un gobierno, y ya aparece en el horizonte la convocatoria a unas nuevas elecciones, repitiendo lo vivido por la nación helénica el año pasado cuando tuvo que acudir en dos ocasiones a las urnas, en mayo y junio, ante el fracaso para formar un Ejecutivo estable tras los primeros comicios. En ambos casos con el trasfondo de la crisis económica y las medidas de ajuste y rescate negociadas con la Unión Europea.
En Italia se le vencen los plazos a Pier Luigi Bersani, el líder del centroizquierdista Partido Demócrata (PD), que tiene la mayoría absoluta en la Cámara Baja, pero no en el Senado, quien termina hoy sus consultas con los partidos políticos tras lo cual llevará al Presidente Giorgio Napolitano los resultados de sus gestiones. Pese a que parece haber cosechado negativas y exigencias, Bersani, quien recibió el viernes pasado el encargo de Napolitano de formar gobierno, expresó ayer su esperanza para que las otras fuerzas políticas apoyen la formación de su administración. Pero el Movimiento 5 Estrellas (M5E), del ex cómico genovés Beppe Grillo, respondió con un rotundo "no" a la propuesta de apoyar un eventual gobierno de Bersani.
El peligroso estancamiento político en la tercera mayor economía de la zona euro coincide con una crisis bancaria en Chipre que revivió los temores sobre una nueva ronda de agitación de los mercados financieros. Si no se puede llegar a un acuerdo duradero, Italia enfrenta un retorno a las urnas dentro de meses, lo que retrasará cualquier posibilidad de reformas sustanciales a su estancada economía, que atraviesa por su recesión más larga en 20 años. A eso se suma el hecho de que en cualquier negociación de gobierno pesa también el nombre del candidato a la Presidencia, la persona que reemplazará a Napolitano, cuyo período de siete años expira el 15 de mayo.
Pero no todo estaría perdido. El diario Corriere della Sera recordó algunas salidas alternativas del pasado. Como la experiencia de gobierno "de la no desconfianza", encabezado por Giulio Andreotti en 1976 y que se sostuvo con la abstención del Partido Comunista Italiano.