Brasil tiene una bonanza de la vivienda que inevitablemente está aumentando los temores de una burbuja de activos en uno de los mercados emergentes más cotizados del mundo.
Un ejemplo es Río de Janeiro, con panoramas de ensueño y planes para grandes inversiones en anticipación al Mundial de fútbol 2014 y los Juegos Olímpicos 2016.
Desde comienzos del 2008, cuando la crisis del crédito estaba afectando al mundo desarrollado, los precios de propiedades residenciales en Río han aumentado un 99%, con Sao Paulo no mucho más atrás, con un alza del 81%, según un índice lanzado recientemente por parte de la Fundación Instituto de Pesquisas Económicas (FIPE).
Brasil no tiene un indicador oficial de precios nacionales de viviendas, pero ha habido bonanzas similares en otras grandes ciudades, incluyendo la capital Brasilia y ciudades costeras del noreste, como Recife y Salvador.
Los estadounidenses y europeos reconocerían muchos de los síntomas de la fiebre inmobiliaria de Brasil. El precio de los departamentos es un tema de conversación popular en la mesa y en la playa, anécdotas de humildes porteros y taxistas que se convierten en corredores de propiedades son comunes, como las historias de gente que compra departamentos sin siquiera verlos.
Los precios de propiedades en barrios más exclusivos de Río, como los playeros Leblon e Ipanema, están alcanzando los de Manhattan y del centro de Londres, con departamentos de tres dormitorios cambiando de dueño por 2 millones de reales (US$1,2 millones) o más.
Un departamento de dos dormitorios y aspecto corriente en Leblon ubicado a una cuadra de la playa está actualmente en el mercado a 2,45 millones de reales.
La economía de Brasil creció un 7,5% el año pasado, impulsada por un nivel récord de empleo y consumidores confiados que están pasando a la clase media, ansiosos de optar a la casa propia, a menudo con la ayuda de crédito.
Millones habían estado durante mucho tiempo privados de tener una propiedad debido a la falta de financiamiento, pero ahora el mercado hipotecario está creciendo rápidamente gracias a una estabilidad económica sin precedentes, lo que ha dejado al alcance la propiedad de una casa. Con un déficit nacional de vivienda estimado en más de 7 millones de unidades, hay mucha demanda acumulada.
"La bonanza es real. No tenemos ninguna burbuja y no hay posibilidades de una porque el porcentaje de producto interno bruto (de la deuda hipotecaria) es muy bajo y las clases más bajas han sido dejadas fuera de este mercados durante muchos años, dijo Joao Paulo Matos, director de Carmo e Calcada, una constructora civil de Río de Janeiro.
"La Copa del Mundo y los Olímpicos están trayendo más compañías e industrias aquí y sus empleados necesitan un lugarpara vivir, desde trabajadores de bajo nivel a ejecutivos", agregó.
La deuda hipotecaria en Brasil es de hecho relativamente baja, de cerca de un 4% del producto interno bruto (PIB), frente a alrededor de un 15% en China en 2009 y niveles mucho mayores en economías desarrolladas.
Los bancos brasileños también tienen estándares más estrictos, otorgando en crédito generalmente más de un 80% del valor de una propiedad. Altas tasas hipotecarias también actúan como una fuerza aleccionadora, aunque ahora son bajas de acuerdo a los estándares históricos de Brasil.
El estatal Banco do Brasil, cuya cartera hipotecaria ha aumentado a más del doble a 4.000 millones de reales el año pasado, ofrece crédito hipotecario a 30 años a una tasa fija del 13% anual, casi el triple de las tasas actuales en Estados Unidos.
La deuda hipotecaria puede estar baja, dicen los escépticos, pero la carga de deuda total al consumidor ha crecido rápido si se consideran tarjetas de crédito y pagos en cuotas que tienen tasas de interés anual promedio de cerca del 30%.
La explosión de crédito en años recientes ha provocado preocupaciones de que Brasil esté alimentando un nuevo tipo de consumidores sub-prime que no son lo suficientemente astutos financieramente como para manejar sus deudas y que podrían incurrir en morosidad en la medida en que la economía se enfría y las tasas de interés aumentan. Ese es exactamente el escenario que la mayor economía de Latinoamérica enfrenta este año.
Los costos de deudas por familia son de alrededor de un 22% de los ingresos en Brasil, según la consultoría LCA Consultores, de Sao Paulo, que se compara a un 15% en Estados Unidos a fines del 2010.