El padre James es un buen hombre. Atiende el confesionario con dedicada disciplina y recorre el pueblo tratando de cerrar las grietas de dolor que amargan a sus familias. Cree en las buenas palabras de la capilla, pero también en las acciones de la calle. Todos acuden a él, desde los feligreses de siempre hasta los que pisan la iglesia sólo para funerales y casamientos: mujeres golpeadas, adolescentes suicidas, carniceros violentos, escritores frustrados. Un espécimen de aquellos llegará un mal día al confesionario y le dirá que lo matará dentro de una semana. Agregará que a los siete años fue violado sistemáticamente por un sacerdote del colegio y que tal huella no lo deja vivir. También, que de nada sirve matar curas malos y que por eso lo liquidará a él. Al buen padre James.
El inicio de Calvario, película del realizador de origen irlandés John Michael McDonagh que se estrena la próxima semana en Chile, anuncia en sus primeros cinco minutos la parábola de un eventual sacrificio. El sacerdote que protagoniza la historia (Brendan Gleeson) fue antes de cura, un hombre casado e incluso tiene una hija (Kelly Reilly). Tras enviudar, encontró su vocación sirviendo en un alejado pueblo costero al noroeste de Irlanda. Ahora, parece que a su vida sólo le quedan siete días.
Elogiada en el Festival de Sundance 2014 y ganadora del Premio del Jurado Ecuménico en el Festival de Berlín, Calvario se introduce en el tópico de los pecados de la Iglesia desde una óptica diferente: a través de la historia de un sacerdote íntegro que paga por los abusos sexuales de miembros de su institución. "Hay una tendencia a hacer cintas sobre abusos sexuales dentro de la iglesia católica y básicamente quise contar esa historia, pero desde otra perspectiva", cuenta McDonagh al teléfono.
Con una trama que crece en tensión día a día, Calvario tiene también humor negro. "No me quedaba otra alternativa. Todo es demasiado dramático, así es que entre medio introduje escenas con algo de sarcasmo", agrega McDonagh. Bastante de aquel humor está en los tipos humanos que la película va exhibiendo, pero también en el propio padre James. "Es un hombre con pasado y es abierto de mente. No es un ignorante y no es inocente. Por eso quise que fuera un sacerdote que antes había sido un tipo casado. Cuando él da consejos a sus feligreses, sabe de lo que habla. Sabe lo que es el sexo y el matrimonio. Buena parte de los problemas que actualmente tiene la Iglesia Católica es porque tienen seminaristas que entran a los 17 años y no saben nada de la vida".
McDonagh tiene una visión pesimista del futuro de la Iglesia católica en Irlanda. "Mi protagonista es bueno, pero es al mismo tiempo un dinosaurio. Un sacerdote de esos que ya no existen. La Iglesia católica está casi acabada en Irlanda. La mitad de la población no va a misa y a los jóvenes no les interesa. Si alguien tiene una vocación de ayuda, es probable que estudie una carrera de trabajo social antes que optar por la Iglesia", dice McDonagh.
El caso de Milwaukee
Coincidentemente con el estreno en Chile de Calvario, por las pantallas de Netflix se puede ver el documental Máxima mea culpa (2012) del realizador Alex Gibney, ganador de un Oscar por Taxi hacia el lado oscuro. La cinta, que se mostró primero en el Festival de Toronto y obtuvo tres premios Emmy, retrata los infames actos de uno de aquellos sacerdotes ubicados en las antípodas del buen James de Calvario.
Recrea el tristemente célebre caso que involucró a Lawrence Murphy. sacerdote irlandés acusado de abusar sexualmente al menos de 200 niños sordos durante 24 años, entre 1950 y 1974, en una escuela de Milwaukee (EE.UU.). Carismático y con una excepcional capacidad para manejar el lenguaje de sordomudos, Murphy llegó incluso a cometer estos actos bajo el altar y en el con fesionario. La cinta de Gibney va describiendo el caso través de los testimonios de cuatro víctimas y al mismo tiempo presenta las trabas burocráticas y los encubrimientos dentro de la propia Iglesia. Murphy, que jamás fue condenado a pesar de las denuncias en su contra, murió sin ser expulsado de la Iglesia en el año 1998.
El documental de Gibney, producido por HBO, es uno de los varios filmes recientes salidos de EE.UU., que lidian con el tema de la sexualidad, los tabúes y los escándalos en la Iglesia católica. Entre los más conocidos está La duda, con Meryl Streep y Philip Seymour Hoffman, que es ficción y fue nominado a cinco Oscar. Dos años antes, el documental Deliver us from evil, sobre las acusaciones contra el padre irlandés Oliver O'Grady en California, causó revuelo y fue nominado a un Oscar.
Otro de los casos más conocidos en EE.UU. es el de los cinco religiosos de Massachusetts condenados por abusos en el año 2002, destapado por el diario The Boston Globe. El escándalo desencadenó la renuncia del arzobispo de Boston Bernard Law, uno de los más importantes en Estados Unidos. Esta historia es la que está detrás de la película Spotlight, cinta producida por Dreamworks y que se estrenará el 2015. Protagonizada por Mark Ruffalo, Rachel McAdams y Michael Keaton, la película es de Thomas McCarthy, destacado realizador independiente que antes ganó Sundance y los Independent Spirit Awards por sus cintas The station agent y The visitor, respectivamente.