La basura sigue acumulándose en las calles de Nápoles donde, según los datos de la Empresa municipal de Servicios de Higiene Ambiental (ASIA), hay unas 2.000 toneladas de residuos sin retirar, lo que ha vuelto a generar protestas entre los vecinos.
La situación es tan compleja que en las últimas horas, un grupo de manifestantes quemó montones de basura y bloqueó las calles con bolsas de desperdicios. El cuerpo de Bomberos recibió más de 60 avisos por incendios similares, tanto en Nápoles como en otras localidades cercanas. En las avendidas se podían apreciar hoy montañas de desperdicios quemados de hasta dos metros de altura.
El presidente italiano Girgio Napolitano, que visitó la ciudad el 13 de junio, presionó al gobierno de Silvio Berlusconi para que tomara acciones. "Es absolutamente esencial y urgente intervenir en el alarmante y agudo deterioro de la crisis de la basura en Nápoles", dijo Napolitano al diario local Il Mattino.
Añadió que había expresado su preocupación a Berlusconi respecto de que el gabinete, no había logrado aprobar un decreto que permitiera llevar los desechos a otras regiones.
El alcalde recientemente elegido de Nápoles, Luigi de Magistris, advirtió de los riesgos sanitarios inminentes de la quema de desperdicios y dijo que el gobierno central estaba evitando sus responsabilidades. "Ciertos intereses quieren que Nápoles siga bajo pilas de basura", dijo Magistris, que es del partido de la oposición Italia de Valores (IDV), en una entrevista con el diario La Repubblica.
La emergencia, que contribuyó a la caída del predecesor de Berlusconi, es el resultado de años de fracaso político, corrupción y la influencia de la mafia local que controla los servicios de recogida de basura.
El primer ministro italiano que a menudo cita la limpieza de las calles de Nápoles, poco después de volver al poder en el 2008 como uno de sus grandes éxitos, culpa a los políticos locales de los problemas, pero muchos manifestantes lo ven como un fracaso del gobierno.