La líder ultraderechista francesa Marine Le Pen escenificó hoy la ruptura definitiva con su padre, fundador del Frente Nacional (FN), cabeza visible de las ideas más antisemitas y extremas de un partido que la nueva presidenta quiere dejar en segundo plano para conquistar a un electorado más plural.

La hija aprovechó las enésimas declaraciones de su padre, Jean-Marie Le Pen, contra la inmigración y en favor de la ocupación nazi de Francia durante la Segunda Guerra Mundial, para lanzarle en un comunicado un ataque virulento: "Su único objetivo es perjudicarme".

"Parece haber entrado en una auténtica espiral de estrategia de tierra quemada y suicidio político (...) Su condición de presidente de honor no le autoriza a secuestrar al FN con provocaciones groseras cuyo único objetivo es molestarme", aseguró la hija del patriarca, que le relevó al frente del partido en 2011.

El cisma no se quedará en palabras: Convocará un comité ejecutivo para tomar medidas que protejan los intereses políticos del partido y bloqueará su candidatura como cabeza de lista de la formación a las regionales de final de año en Provenza Alpes Costa Azul. 

En esa gran región del sureste francés con capital en Marsella, segunda ciudad del país, Jean-Marie Le Pen ha hecho buena parte de su carrera política.

Ese era el siguiente objetivo político del patriarca, de 87 años, elegido el pasado mayo eurodiputado con un tercio de los votos en esa circunscripción en la que desde 1992 se sienta en su asamblea regional.

La reacción no se hizo esperar y, en unas declaraciones a la radio "RTL", Jean-Marie afirmó que "la libertad de pensamiento y de expresión son bienes preciosos que el FN debe defender".

Y envió un mensaje a su hija no exento de su proverbial ironía: "Si ya no los defiende, la señora Le Pen debe preguntarse si lo que hace es útil a la causa que pretende servir".

Es el último capítulo, y aparentemente el definitivo, del progresivo distanciamiento que han vivido las dos figuras más importantes de la ultraderecha francesa.

El padre, fundador del partido en 1972, portador de valores tradicionales, muy apegado al combate contra la inmigración, a la defensa de los valores patrióticos, antisemitas, y defensor de la herencia del Régimen de Vichy, se había convertido en un obstáculo en el proyecto regenerador de la hija.

Marine Le Pen, de 46 años, está obstinada en desembarazarse de la imagen heredada para convertir al FN en una auténtica alternativa a los partidos tradicionales, sin descuidar el patriotismo de fondo, pero dejando en un segundo plano el antisemitismo y las referencias al mariscal Pétain.

Una estrategia que ha dado frutos electorales, puesto que con Marine al frente el FN parece haber fidelizado a un electorado de entre cuatro y cinco millones de votantes que en las europeas le colocaron como la fuerza más votada.

En esa pelea desentonaban las permanentes salidas de tono del fundador, que se garantizó el cargo de presidente de honor cuando cedió las riendas a su hija, a quien defendió frente a otros barones que pretendían el puesto.

Las últimas la semana pasada, cuando repitió que las cámaras de gas con las que el régimen nazi quiso exterminar a los judíos de Europa no eran más que "un detalle" de la historia, unas declaraciones por las que la Justicia ya le había condenado en 1997.

Esta semana volvió a la carga en una entrevista al periódico "Rivarol", representante del ala más dura del FN, en la que defendió al mariscal Pétain, líder de la Francia colaboracionista con los nazis, y atacó los orígenes del primer ministro, Manuel Valls, nacido en España y nacionalizado a los 20 años.

"Estamos dirigidos por inmigrantes", afirmaba Jean-Marie Le Pen, quien aseguraba: "Valls es francés desde hace 30 años y yo desde hace mil. ¿Cuál es su auténtica vinculación con Francia? ¿Este inmigrante quiere cambiarlo todo?"

Varios dirigentes del partido pidieron incluso su exclusión, lo que consuma el cisma en el seno de un partido en plena ascensión, a la espera de conocer si su ala más tradicional seguirá al líder histórico o se plegará a la nueva dirección renovadora.

Mientras, sus rivales políticos buscan debilitar a la formación con esta polémica. El líder de los socialistas, Jean-Christophe Cambadelis, aseguró que el padre "dice en alto lo que el partido piensa en bajo".