Después de días mostrando los dientes en el conflicto de Ucrania, el Presidente de Rusia, Vladimir Putin, parecía estar escondiéndolos al ordenar a sus tropas regresar a sus bases, tras participar en maniobras cerca de la frontera ucraniana, destacar que Rusia sólo utilizaría la fuerza militar en el vecino país como último recurso y sostener que Moscú se reserva el utilizar todas las opciones en Ucrania para proteger a sus compatriotas. Lo que pasó en Ucrania "fue un golpe anticonstitucional y una toma armada del poder", declaró Putin en una rueda de prensa y afirmó que el destituido Viktor Yanukovich sigue siendo el Presidente legítimo y que "respecto a llevar fuerzas (a Ucrania), por ahora no es necesario, pero tal posibilidad existe. Naturalmente, sería como último recurso, el último, absolutamente".
De esta forma, el inquilino del Kremlin mantiene su movimiento de piezas, mientras Occidente, con Estados Unidos y la Unión Europea a la cabeza, no se pone de acuerdo sobre la manera de presionar a Moscú para que saque sus tropas de la península de Crimea, donde se encuentra la base de la flota rusa del Mar Negro.
Las tensiones en la península ucraniana se mantenían elevadas ayer, al punto que soldados rusos efectuaron disparos de advertencia a uniformados ucranianos. En una presión adicional sobre las nuevas autoridades de Kiev, Gazprom, el principal productor de gas de Rusia, dijo que retiraría un descuento sobre los precios del combustible para Ucrania a partir de abril.
La destitución de Yanukovich provocó la confrontación más seria entre Moscú, EE.UU. y la UE desde el fin de la Guerra Fría. Y en ese escenario, mientras Barack Obama "cree que el mundo ha dejado atrás la Guerra Fría, su contraparte rusa parece más cómoda de volver a ella", escribió Gerald Seib, en The Wall Street Journal.
El propio Obama declaró en febrero que "nuestra posición no debe ser considerada como un juego de ajedrez de la época de la Guerra Fría, en el que competimos con Rusia". Pero algunos analistas consideran que la estrategia de Putin es poner a prueba los límites de la influencia estadounidense.
"La política extranjera actual de Rusia consiste en restablecer influencia y prestigio ruso en el mundo", opina Damon Wilson, vicepre- sidente del centro Atlantic Council. Por su parte, el director del Centro Carnegie de Moscú, Dmitri Trenin, aseguró que "incluso si no hay guerra, la crisis de Crimea alterará profundamente las relaciones entre Rusia y Occidente y provocará cambios en el balance de poder global".
Ayer, Washington anunció la suspensión de la cooperación militar con Rusia, incluyendo las maniobras militares y visitas, y congeló las negociaciones de comercio e inversión con Moscú. El Presidente de EE.UU., Barack Obama, declaró que las razones esgrimidas por Putin para justificar su incursión militar en Crimea "no engañan a nadie" y que la injerencia rusa en Ucrania contribuirá al aislamiento de Moscú.
El tono asumido por EE.UU., que hasta ahora se mantiene en el terreno verbal y diplomático, sin que hayan movilizado ninguna nave a manera de advertencia, como sí lo han hecho en otras crisis, también se condice con la presión que están ejerciendo los republicanos y los "halcones" para tomar medidas contra Putin. "La debilidad de Estados Unidos está sacudiendo el mundo", al punto de crear un vacío de poder que "está siendo llenado por los Putin del mundo", provocando inestabilidad y crisis como la de Ucrania, declaró el ex secretario de Defensa estadounidense Donald Rumsfeld. Así, Washington se ha mostrado partidario de considerar la expulsión de Rusia del G8 (las llamadas siete potencias más industrializadas del mundo más Rusia). Y ayer, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, quien llegó a Kiev donde ofreció ayuda por US$ 1.000 millones, dijo condenar "el acto de agresión de Rusia" y advirtió que Moscú "está buscando crear un pretexto" para intervenir en Ucrania.
Pero no hay consenso en Occidente sobre cómo actuar frente a Putin. Ayer trascendió el contenido de un documento oficial británico que aconseja no imponer sanciones a Rusia, porque eso perjudicaría al sector financiero londinense.
El gobierno alemán es otro de los que se muestra reticente a las sanciones contra Moscú y se ha declarado en contra de su expulsión del G8. De hecho, algunos analistas destacan que Angela Merkel está asumiendo un papel clave en la mediación con Rusia. "Merkel y su ministro de Relaciones Exteriores, Frank Walter Steinmeier, coinciden en que sin los rusos no habrá estabilidad en Ucrania", sostuvo la revista alemana Der Spiegel.Ese rol destacado no es sólo porque Alemania es la primera potencia europea, sino porque el país es, con Polonia, quien marca la política de la UE hacia el este. Eso, sin contar que Merkel mantiene una relación con Putin áspera pero directa.