El destino del Presidente de Yemen, Abdo Rabu Mansur Hadi, permanecía ayer en medio de una total incertidumbre luego que el mandatario presentara el jueves su renuncia tras varias semanas de conflicto entre su gobierno y el movimiento rebelde chiita de los hutíes. Ese mismo día, el primer ministro, Khaled Baja, presentó también su dimisión, provocando confusión en las esferas políticas, luego que el miércoles el gobierno de Hadi anunciara haber llegado a un acuerdo con los hutíes.
Los rebeldes se desplegaron ayer en las inmediaciones del Parlamento yemení, en Sana, donde la Asamblea Legislativa celebrará una reunión de emergencia mañana para decidir si se aceptará o rechazará la renuncia de Hadi, quien puso su cargo en manos del jefe del Parlamento, Yahia al Raie.
En el caso de que se acepte la dimisión de Hadi, será el propio Al Raie quien asuma temporalmente la jefatura del Estado. La milicia hautí no ha entregado ninguna declaración oficial para suplir el vacío de poder que deja, pero según The New York Times, estarían tratando de formar un comité presidencial para gobernar el país.
La crisis de Yemen comenzó con la división entre la mayoría sunita del norte y la minoría chiita de los hutíes, quienes en los últimos meses tomaron el control de siete provincias de Yemen, incluyendo su capital, donde se recrudeció la tensión esta semana con el ataque a las sedes presidenciales. Los ataques de los combatientes, que exigían una mayor participación en el gobierno, dejaron 18 víctimas fatales y casi 100 heridos.
Según el diario El País, los hutíes controlan el norte y el centro, un movimiento separatista domina el sur y Al Qaeda en la Península Arábiga está presente en el centro y el sureste del país.
La inestabilidad política de Yemen complica a Estados Unidos, un fiel aliado de Hadi contra la filial local de Al Qaeda, la peligrosa Aqpa, grupo que se adjudicó los atentados contra el semanario Charlie Hebdo, que remeció a Francia a comienzos de este año.
Bajo este escenario, a Estados Unidos le resultaría especialmente difícil combatir al grupo terrorista.
El gobierno norteamericano salió a defender el derecho de los yemeníes a elegir sus líderes, y pidió a todas las partes a evitar la violencia tras la crisis política.
"El futuro de Yemen debe determinarlo el pueblo yemení de acuerdo con la Constitución del país y lo acordado en la Conferencia del Diálogo Nacional. Todos los yemeníes tienen tanto el derecho como la responsabilidad de participar pacíficamente en ese proceso", dijo la portavoz del Departamento de Estado, Jen Pskai.
Pero también podría afectar a los países de la Península Arábiga que ya se encuentran en conflicto. Según el Times, un conflicto en Yemen podría arrastrar a Arabia Saudita, su principal aliado, en una lucha de poder ya que si los hautíes intentan gobernar a un país de mayoría sunita, la filial de Al Qaeda podría ganar más poder.
La región además enfrenta el avance del Estado Islámico que sigue expandiéndose y controlando importantes territorios en Irak y también en Siria, que ya lleva cuatro años inserto en una guerra civil entre los rebeldes y el gobierno de Basher Assad.
Otro de los países vecinos, Bahrein, está atrapado en un conflicto político entre una mayoría chiita buscando reformas democráticas y el fin de la discriminación, según alegan, por parte de una monarquía sunita.
Todos estos países observan desde cerca lo que está sucediendo en Yemen, donde ayer alrededor de 20.000 simpatizantes de los hutíes se manifestaron en Sana para mostrar apoyo del grupo rebelde. Según EFE, esta convocatoria fue mucho mayor que la de los defensores del gobierno, que se manifestaron con pancartas de "No al golpe", en la capital.