Cristian Insaurralde: "He pasado días sin tener qué comer, he vivido cosas que otros no aguantarían"
El máximo goleador de O'Higgins en el Torneo de Clausura abre a El Deportivo las puertas de su casa en Rancagua. Y se confiesa. Aquí, sus reflexiones sobre el fútbol, la vida y la capacidad de resistencia.
"¿Vienen a visitar al Cristian?". El que hace esta pregunta, a modo de bienvenida, es el conserje de un condominio situado en la Calle Bello Horizonte de Rancagua. Y "el Cristian" es, en realidad, Cristian Insaurralde (Resistencia, Provincia del Chaco, Argentina, 20 de julio de 1991), delantero de O'Higgins, máximo goleador del equipo en el torneo con cuatro goles en tres fechas y hombre de familia como pocos. Santino (7), su hijo, disfrazado de Superman, es quien nos conduce hasta la puerta del departamento. "Me encanta volar", confiesa al ver entrar a su progenitor, antes de perderse escaleras abajo.
Sentado en una mesa del comedor con los utensilios que dicta la liturgia del mate en la mano y un partido de la liga española en la televisión, Insaurralde (25) accede a conversar con El Deportivo. Afuera, mientras tanto, Santino probablemente vuela.
Lleva un año y medio en Rancagua. ¿Cómo le han tratado?
Bien, muy bien. La gente de Rancagua es muy familiera, el club igual y he tenido unos compañeros y unos compatriotas argentinos que me la hicieron fácil. Me siento muy cómodo.
¿Qué es lo que más extraña?
Juntarme con mi familia. Eso es lo que más extraño. Echo de menos el fin de semana familiar, porque somos una familia muy grande, como 35 ó 37. Yo tengo siete hermanos y sobrinos que son más grandes que yo. Es lo que más echo de menos.
¿Y lo que menos?
Bueno, viendo la situación en la que está hoy el fútbol argentino digo: 'Menos mal que no me quedé allá y tomé la decisión justa y necesaria de venir a Chile'.
Es usted oriundo de Resistencia. ¿También es una persona resistente?
Sí, mucho. De hecho a los 11 años ya me fui a vivir solo a una pensión para jugar al fútbol. A Córdoba, que queda a cinco o seis horas de Villa Mercedes, el lugar al que nos mudamos cuando yo tenía como siete años.
Pude leer que se llama Cristian, pero que estuvo a punto de llamarse Gary. ¿Eso por qué?
Me iba a llamar así porque había un cinematógrafo cuyas películas a mi papá le gustaban y me quiso poner el nombre en honor a ese señor, que tiene un apellido muy raro del que nunca me acuerdo. Y también por un amigo suyo que había muerto y que se llamaba Gary. Era un conjunto de cosas. Pero en ese entonces en Argentina no se podían poner nombres extranjeros, así que me pusieron sobre la marcha Cristian y quedó de sobrenombre Gary.
¿Alguna otra cosa que estuviera a punto de ser y finalmente no fue?
Lo que pasa es yo decidí tomar muy joven el camino del fútbol. De chico yo quería seguir estudiando y ser abogado, pero después viajé a Córdoba y terminé decidiendo que ésta iba a ser mi profesión.
Lo que sí que fue padre a los 17. ¿Demasiado pronto?
Sí, muy pronto, era muy chico. Yo en ese momento estaba en River y vivía en una pensión. Hacía un año que me habían hecho mi primer contrato y era todo un poco cuesta arriba. Pero tuve la fuerza y la determinación de aceptar la responsabilidad de ser padre y seguir la carrera que había elegido. Hoy tengo una hija de seis años, y Santino, de siete, y estoy orgulloso de ser lo que soy, como persona y como padre.
Se formó como jugador en River. ¿Pesan todavía aquellos colores?
No. De hecho yo soy hincha de Independiente. Pero los años en River fueron muy lindos, compartí con jugadores que cuando era chico los veía por la tele y tuve la suerte de estar en un gran club que además se centra mucho en formarte como persona. También me tocó vivir un momento muy feo, el de pelear por el descenso y descender finalmente.
¿Cómo lo vivió?
Bueno, era una época en la que si bien tomamos precauciones, era mejor no salir, porque por ahí en Argentina de repente los hinchas son un poco extremistas a la hora de hacer notar su fanatismo.
¿Y en Chile es muy distinto?
No me ha tocado pasar por esa situación. Sí siento que acá son muy apasionados, pero en Argentina es algo de otro mundo, algo que no tiene nombre. Hay cosas que yo no comparto, pero que lamentablemente se viven así en Argentina.
¿Qué tiene más valor, ser un futbolista anónimo en River Plate o un ídolo en O'Higgins de Rancagua?
Mira, ese es un tema con el que a mí los chicos me cargan. Me dicen: '¿Qué pasa si viene River con cinco palos verdes y te dice que te vayas a River?'. Y yo digo: 'Les digo que no'. Yo no quiero ir allá. Si viniera River a buscarme, no volvería. No es rencor ni es nada, pero cuando te toca vivir la situación que gracias a Dios estoy viviendo acá, yo prefiero quedarme con esto. Prefiero quedarme con esas personas que se te acercan, te reconocen en la calle y te aprecian por lo que haces por el club. Y más allá de que no sea River, prefiero esto.
Le pongo en otro supuesto: Vienen Colo Colo, la Católica y la U a buscarlo. ¿Con quién se marcha?
No, ninguna preferencia, en este momento no. Eso, además, sería una decisión más de club, que es quien tiene tu pase. Así que lo que fuera más conveniente para quien me abrió las puertas cuando no era nadie.
¿Qué contrato tiene con O'Higgins?
En O'Higgins me queda hasta 2019. Hasta noviembre de 2019, más o menos.
Está lejos eso...
Sí, me queda para rato.
¿Y le veremos bebiendo mate en esta casa en octubre de 2019?
No lo sé. Cuando uno arranca su carrera de jugador tiene sueños de jugar en su selección, ganar títulos, jugar en Europa, pero también tiene que pensar en el bienestar de su familia. Yo tengo una familia muy numerosa y de lo más humilde que te puedas imaginar, de ahí vengo yo.
Hábleme de esos orígenes.
Bueno, una vida de pasar días sin tener qué comer, mis padres sin trabajo, mis hermanos, todos menores, también sin trabajar, esa vida. El no saber si al día siguiente iban a venir a desalojarte de la casa. Ese límite de humildad.
¿Salvado por el fútbol?
Sí, la verdad que sí, pero porque yo me arranqué a los 11 años. Y yo hoy veo un nene de 11 años y digo: ¿cómo a esa edad yo tomé la decisión de irme a vivir solo? Y sé que no soy el único, pero para hacer eso hay que amar mucho el fútbol. Y yo cuando me fui sabía que si lo hacía, lo hacía en busca de algo, el bienestar familiar. Porque he pasado por millones de cosas y me considero una persona resistente. He vivido cosas que otros no aguantarían. Fueron casi cinco o seis años antes de llegar aquí que era un preguntarse constantemente qué va a pasar mañana. Y sólo quedaba levantar la cabeza y seguir. Quizás no he llegado a ser un jugador extraordinario, pero miro un año y medio atrás y creo que algo he logrado.
¿Quién es el rival a batir en este raro Clausura?
Sí, la verdad es que es rarísimo. Pero bueno, yo desde que llegué acá han sido raros todos los torneos. Y este semestre yo creo que el partido con Católica de visita (undécima fecha) va a decirnos un poco para qué estamos.
Hablando de Católica es inevitable no acordarse del desenlace del Clausura 2016. Visto ahora con perspectiva, ¿aquel torneo lo ganó la UC o lo perdió O'Higgins?
Durante el desarrollo del torneo se había dado todo para que fuéramos campeones nosotros, todo. Yo, sinceramente, creí que éramos campeones. De hecho, faltando 15 minutos, perdiendo éramos todavía campeones.
Lo perdieron ustedes, entonces
Sí. Y yo siento demasiada culpa de ese torneo, porque considero que ese torneo lo perdimos nosotros. Fue muy duro y muy triste terminar como terminamos.
Último partido con presencia chilena en la Sudamericana: Palestino 0, Atlético Venezuela 1. ¿Qué les pasa a los equipos chilenos?
Yo no me lo esperaba, y creo que nadie acá en Chile se lo esperaba, pero eso no quiere decir que no pudiese pasar. Pero Palestino, por ejemplo, es el mismo equipo que nos representó de gran manera en el torneo anterior. En mi opinión, los equipos grandes en Chile sí que están un poco en deuda con ese espinazo tan grande de no poder estar o avanzar más en los torneos internacionales.
También hubo otro partido la semana pasada: O'Higgins 1, Fuerza Amarilla 0. Un resultado más bien corto, ¿no cree?
Bueno, no considero que fuera el resultado ideal. El equipo rival se paró bien atrás y nosotros demostramos empuje y garra. Porque a nosotros nos puede faltar buen juego, pero entrega y empuje nunca nos han faltado. Y el resultado lo conseguimos así.
Pero Fuerza Amarilla tenía menos años de historia que cada integrante del plantel de O'Higgins…
Sí, es verdad, pero en la semana hablamos justamente de eso, de que no se puede menospreciar a los rivales. La victoria en los papeles ya no existe.
¿Se acordarán del nombre del rival cuando les toque jugar el partido de vuelta, el 31 de mayo, o tendrán que buscarlo en Google?
31 de mayo, sí, increíble. Es algo que no me esperaba, pero lo bueno es que vamos a viajar allá con el fin del torneo ya cumplido. Eso es lo único bueno, lo que puedo intentar rescatar positivamente.
¿A qué aspira el equipo este semestre?
A ver, en la Sudamericana he visto casi todos los partidos y yo creo que si nos lo proponemos podemos llegar muy lejos. Tenemos equipo como para hacerlo, porque los jugadores que tenemos quizás no sean los más reconocidos de Chile o de Sudamérica, pero son jugadores que jugarían en cualquier equipo. Yo creo que estamos para ganar el torneo y para llegar muy lejos en la Copa.
Lleva cuatro goles en tres fechas. ¿Se anima con un pronóstico para final de semestre?
Una buena marca… a ver… nueve te los firmo, para superar los del torneo pasado.
Cuénteme algún secreto del camarín de O'Higgins
Bueno, teníamos una cábala.
¿Tuvieron que cambiarla?
No, es que nos falló en la final. Un día, con San Marcos de Arica, que fue cuando empezamos a ganar y a ganar, estaban los chicos con su música y yo dije: '¿Sabés qué?, me cansé del reggaeton. Voy a poner un poco de música yo'. Y en Argentina hay un género de música que es de Córdoba y que se llama cuarteto. Y puse un grupo que se llama La Banda de Carlitos, que son medio guarros para cantar, y una canción que se llama: "Si te querés ir, ite". Y como ganamos empezó a ser nuestro tema cábala. Hasta que un día, no me preguntes por qué ni cómo, antes del partido, todos en el estadio cantando el tema. Y claro, como que se perdió esa magia de la cábala. Y además, en el partido decisivo no nos funcionó.
¿Su propia hinchada les arruinó la cábala?
Sí, nos mufaron, increíble (risas).
¿Ve fútbol chileno?
Sí, siempre.
Lo digo porque hay futbolistas del torneo chileno, como Gonzalo Jara, que aseguran que no lo ven. ¿Qué opina de eso?
Bueno, tendrá sus motivos. Yo miro todos los partidos del fútbol chileno que puedo. Y me sorprende que otros no lo hagan, porque no me parece lo ideal para un profesional. Un profesional tiene que hacer lo imposible para ser mejor y para ganar dentro de la cancha. Y una de esas cosas es mirando a los rivales.
Para terminar, ¿quién diría que es el capo de este Capo de Provincia?
Tenemos esa imagen con Pablo Calandria y con Albert (Acevedo), que son los capitanes y los referentes. Yo los veo a ellos como capos dentro del campo.
Si ellos son los capos, ¿usted qué es?
No sé. Uno más que aporta lo suyo para el equipo. Un obrero.
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