En Providencia, en el corazón de Santiago, está ubicada la U. Finis Terrae. Y, según su rector, Cristián Nazer, es un plantel católico -ligado a los Legionarios de Cristo- que "busca desarrollar en su comunidad los principios y valores cristianos y dar una visión de compromiso con la sociedad". Esta habría sido una de las razones por las cuales la institución decidió ingresar a la gratuidad. Hoy, el 27% de su matrícula tiene el beneficio, logrando así "una unidad enriquecedora de todos los estratos sociales", explica Nazer, quien, en entrevista con La Tercera, argumenta su visión de la reforma y la gratuidad.

¿Cómo ha sido la experiencia de la gratuidad?

Dulce y agraz. El proceso fue traumático, porque tuvimos poco tiempo para decidir. Había incertidumbre y promesas que no sabíamos si se iban a cumplir. Con todo eso, decidimos optar por la gratuidad. La decisión se tomó en el período entre que nos avisaron que podíamos entrar y cuando había que informarle al Mineduc.

¿Por qué se decidió ingresar, a pesar de todas las preocupaciones?

Porque tuvimos la posibilidad de dar la oportunidad a muchos jóvenes de estudiar de forma gratuita.

¿Qué porcentaje de alumnos ingresó con gratuidad?

Un 52% en matrícula nueva. Eso fue una sorpresa, ya que esperábamos un 30%. Creo que estos alumnos prefirieron entrar acá porque vieron un proyecto que brinda la tranquilidad de poder desarrollar su proceso educativo con normalidad. Tal vez no optaron por alguna estatal producto de los paros, sobre todo pensando en el hecho de que la gratuidad sólo cubre la carrera formal.

¿Cómo ha sido el desempeño de estos alumnos?

En las primeras pruebas hubo un nivel de reprobación alto. Pero las escuelas intensificaron las tutorías. En las siguientes pruebas remontaron y terminamos el semestre con tasas de reprobación similares a la de años anteriores.

¿Se ha tenido que invertir más en los alumnos con gratuidad?

Sí. Ahí llegamos al punto del arancel regulado. Creo que el gran problema de la gratuidad es que el arancel regulado se aleja mucho del real, que es lo que efectivamente se necesita para poder educar a un joven. Los alumnos con gratuidad son más costosos para las universidades, porque se requiere de más recursos humanos. Sin embargo, recibimos menos recursos por ellos. Mientras no se resuelva esa brecha, vamos a tener que estar postergando cosas, como la investigación, para poder paliar el déficit, que es algo que se puede hacer sólo por un período acotado de tiempo.

¿Cuál es el déficit de la universidad?

Tenemos un 27% de alumnos en gratuidad y la diferencia entre el arancel regulado y el real es del orden de casi $ 3 mil millones.

¿Qué es lo que no se está haciendo por esta falta de recursos?

Hemos tenido que postergar proyectos de infraestructura y también hemos tenido que hacer reestructuración, pero intentamos, por todos los medios, no tocar la academia.

¿Cómo ve el actual proyecto?

No le gusta a nadie. El gran tema es que empezamos mal. Se debió partir con una reflexión profunda de lo que necesita el país en materia de educación superior. Además, si uno ve desde arriba el problema, debiésemos empezar por la educación básica. También se tenía que atender las necesidades más apremiantes, que, para mí, es la educación técnica, donde están los alumnos más vulnerables.

¿Está de acuerdo con la gratuidad universal?

No soy partidario. Creo que es un sistema regresivo y que el Estado no debiese subsidiar a quienes tienen la capacidad de pagar. El Estado tiene que garantizar que todos tengan acceso a la educación, pero el que puede tenerla por su propia cuenta, lo hace. El que no puede acceder, porque no tiene los recursos, ahí es donde aparece el Estado para apoyar.

¿Qué pasará si se aumenta la cobertura con un arancel regulado? ¿Se planteará la universidad salir de la gratuidad?

Puede llegar a pasar, porque la brecha que hay entre el arancel regulado es mucha. Aquí todo se soluciona si el arancel regulado fuese más acorde a lo que realmente se necesita, pero si se mantiene esta diferencia, mientras más alumnos haya en este sistema, mayor es el déficit que tienen los planteles. Llegará un momento en el que por más recortes que se hagan, como disminuir la investigación en pos de recibir alumnos, no se podrá sostener. Y nos van a decir que, entonces, no seremos más universidad.

¿Qué le parece que el proyecto contenga un límite de matrícula y sea más difícil abrir una nueva carrera?

Creo que esas ideas aparecen por la crisis de confianza que vive el país. Por malas experiencias, por hechos reales que han pasado, que han creado esto. Pero cuando uno generaliza y piensa que todas las instituciones son iguales, desconfiamos.

¿Está de acuerdo con la fiscalización de la Contraloría?

En eso no hay problema. En planteles como el nuestro, que es una fundación, donde todos los ingresos van al desarrollo de la universidad, no tenemos problema; pero no que haya un control de cómo se usan, porque cada universidad, y ahí está la riqueza del sistema educativo que tenemos, aporta algo al país.