La pregunta es qué caminos podrán encontrar Cristina Fernández y Michelle Bachelet a un vínculo que en el pasado las unió para un ambicioso plan de acciones conjuntas y que hoy permanece estancado. Para que no quedaran dudas de su decisión, la mandataria argentina sumó a último momento a un nutrido grupo de dirigentes y legisladores del oficialismo y de la oposición dentro de la comitiva que la acompaña.
Antes de partir con su jefa a Santiago, el senador del oficialista Frente para la Victoria por la provincia de San Juan, Ruperto Godoy, declaró que la relación bilateral se "intensificará en los próximos años". ¿Pero acaso sus palabras no parecen similares a las que se repetían hace ocho años en Santiago y Buenos Aires, cuando Bachelet asumió su primer gobierno y Argentina aún estaba gobernada por el fallecido Néstor Kirchner?
Si en Chile afirman que la presidenta electa tiene como desafío externo recomponer las relaciones con vecinos como Argentina, Bolivia y Perú, Fernández busca con su ofensiva mostrarle a la chilena que tienen por delante una tarea no menor. Para empezar, porque siempre ideologizó sus lazos. Por ejemplo, cuando Piñera asumió en 2010, los diplomáticos kirchneristas decían que había que tener aliados como el chileno y el entonces Presidente mexicano del PAN, Felipe Calderón, en un gesto de "pluralidad". En los días del triunfo de Bachelet, no fueron pocos miembros del grupo juvenil kirchnerista La Cámpora los que festejaron la llegada a la coalición de gobierno de jóvenes comunistas, en una suerte de reflejo al otro lado de los Andes. Pero por lo que se ve en la comitiva, Cristina no les dio gran espacio a ellos. La mandataria optó por invitar a dos representantes por cada bloque parlamentario.
Los conflictos bilaterales por la baja de los suministros argentinos de gas a Chile se apagaron. Pero la relación de la mandataria argentina con el Chile de Piñera -también con el México de Calderón- pasó de caliente a frío, y no careció de conflictos. Como el surgido a raíz del asilo político que Argentina le otorgó al ex frentista Galvarino Apablaza, reclamado por el asesinato del ex senador Jaime Guzmán. O como los intentos del gobierno de sacar a la empresa Lan del Aeroparque de Buenos Aires para favorecer a Aerolíneas Argentinas. Los chilenos se siguen quejando de las trabas comerciales que aplica Argentina, pero las empresas siguen en el país. Y el diálogo para mejorar las comunicaciones de los pasos fronterizos sigue vigente. Según el diario argentino Clarín, se pretende impulsar el túnel para el paso internacional de Agua Negra, en San Juan, y un túnel ferroviario de baja altura en el paso Los Libertadores.
Ayer, el senador Ernesto Sanz, de la opositora Unión Cívica Radical, elogió la elección de Heraldo Muñoz como nuevo jefe de la diplomacia chilena. "Las relaciones bilaterales necesitan de mucho trabajo y de mucho diálogo de forma permanente, y no de objetivos que se fijan puntualmente en alguna reunión. Para nosotros, Chile debería ser parte del Mercosur", señaló a La Tercera el diputado socialista Hermes Binner, quien formaría parte de la delegación argentina. El gobierno de Cristina K leyó claramente mensajes llegados desde Santiago en los días previos a los comicios chilenos. Entonces, el comando de Bachelet reunió a los periodistas para evaluar ante ellos sus estrategias. Argentina estuvo mencionada. Señalaron allí que la larga frontera que los une los convertía en eternos vecinos y con prioridad mutua. Pero para Chile importa menos el signo político que para el kirchnerismo.
El comando de Bachelet comentó en esa oportunidad que si bien Chile seguirá apostando al liderazgo en la Alianza del Pacífico, buscará recuperar el vínculo con el Atlántico. Para ello, se acercará a la brasileña Dilma Rousseff, con quien se vinculó siendo jefa de ONU Mujeres. Cristina K no se quiere quedar marginada de ese diálogo que podrían alcanzar Brasil y Chile. Para empezar, Cristina K decidió dejar por el momento al frente de su embajada a Ginés González, que tejió buenos vínculos personales con Bachelet.