Cristóbal Gumucio, director de Matucana 100: "La escena de artes visuales sufre de una mezquindad que le impide crecer"
El gestor cultural comenta la salida del curador español Paco Barragán, a quien dice los artistas no supieron aprovechar.
Los inicios de Cristóbal Gumucio al mando de Matucana 100 no fueron fáciles. En 2010, el gestor cultural y actor tomó las riendas del centro tras la renuncia de Ernesto Ottone, actual ministro de Cultura, y debió de entrada hacer frente a los daños estructurales que sufrió la galería de artes visuales tras el terremoto de febrero de ese año, sin inyecciones extras de presupuesto. A eso se sumó la competencia que significó la apertura ese año del GAM, que se convirtió rápidamente en uno de los espacios culturales más visitados. "Cada vez que aparecen nuevos espacios significa repensarse y moverse. Es importante encontrar el rol de cada uno y no sólo nos pasó con el GAM sino también con las salas de Teatro Mori; ahora está el Teatro Nescafé y el CA660, las escenas son móviles y siempre hay que reconfigurarlo todo", señala Gumucio, quien con seis años en el cargo sigue levantando lo que él llama el "plan maestro" de Matucana 100.
Bajo su gestión se consolidó la galería de artes visuales, se renovó la cafetería y se construyó una huerta donde se hacen talleres educativos, además de instalar el restaurante Micropasta. En diciembre, cuenta, se inaugura una nueva sala con 50 butacas para proyectar cine chileno. Allí se seguirá dando el ciclo dedicado a
Alejandro Jodorowsky, que incluye su último filme, Poesía sin fin y próximamente estrenará Nunca vas a estar solo, de Alex Andwanter.
M100 está cumpliendo 15 años ¿Cómo lo están celebrando?
La nueva sala de cine es parte de la celebración. También estamos trabajando en un nuevo acceso a público, que hoy es la misma que la de autos y es muy ruda. La nueva entrada estará entre el restaurante y la boletería, y se va a regalar espacio hacia la calle; va a ser mucho más amigable, y reposicionaremos allí la cafetería. Esto estará listo a mediados de 2017. Por otro lado, este año quisimos marcar hitos: en teatro estrenaremos el 25 de noviembre El Lobby del odio, una obra de Benjamín Galemiri, y en artes visuales, tuvimos la primera retrospectiva en Chile de Juan Dávila, algo histórico.
La muestra de Dávila fue una propuesta del curador Paco Barragán, quien decidió dejar ahora M100 y fue muy criticado por la escena artística desde su elección.
¿Cómo evalúa su gestión?
Apostamos por Paco porque era una persona que tenía redes afuera, una mirada y un oficio de la curatoría distintos a lo que estamos acostumbrados; pensamos que eso podía refrescar la escena y eso fue lo que hizo con una propuesta interesante que abordaba temáticas con artistas locales y extranjeros, y es lo que hace ahora con su última curatoría junto a Montserrat Rojas Corradi: Crisis, Crisis, Crisis. Creo que el hecho de que llegara alguien de afuera y español fueron ingredientes que hicieron compleja la situación, pero es algo que va más allá de Matucana o de Paco. A diferencia de lo que pasa en teatro, las artes visuales sufren de una mezquindad que le impiden crecer. Por ejemplo, el mundo de las galerías de los años 90 no era muy diferente al mundo galerístico hoy, incluso antes era más vigoroso. La escena del arte vive en una constante crisis de espacios, es como un pueblo chico donde se dan peleas y por muy poco.
Ahora mismo hay un gran debate con respecto al nuevo Centro Nacional de Arte Contemporáneo Cerrillos. ¿Qué opina Ud. al respecto?
Conocí el espacio para la inauguración y es fabuloso, pero también es un gran desafío decidir cómo se abordarán tantos metros cuadrados y su ubicación en una comuna alejada de los polos culturales. Hay que darle tiempo para que funcione, porque pasa lo mismo que pasó con Paco, y es que aquí se critica mucho antes de que las cosas sucedan, todo está teñido de prejuicios. Este ha sido un remezón para las artes visuales que abrió la discusión a temas importantes, como el reforzamiento de los espacios ya existentes, como el problema entre el MAC y el Museo de Bellas Artes, que es algo que se debería haber resuelto hace años. Por otro lado, pasa que a cualquier artista de mediana carrera se le agotan rápido los espacios en Chile, entonces hay que reformular el sistema de validación donde parece ser que tres o cuatro voces determinan una carrera. Eso es algo muy deprimente.
¿Cómo y cuándo se elegirá al nuevo curador de artes visuales?
Aún estamos discutiendo eso con el directorio, pero debería estar resuelto para marzo. Un concurso tiene sus cosas buenas y malas , lo que sí nos interesa es que traiga una propuesta concreta, el que sea chileno o no, no es relevante. También nos interesan las redes externas que pueda establecer, porque sentimos que la escena de las artes peca de ser muy ensimismada. En ese sentido los artistas aprovecharon poco a Paco. El trajo una oportunidad de vincularse con instituciones en el extranjero y de hecho él mismo quedó sorprendido con la poca ambición de carrera de los artistas.
En el tema presupuestario, ¿cómo se proyectan para el 2017?
Tenemos un convenio de transferencia igual que el Centro Cultural La Moneda, GAM y Balmaceda, y entiendo que todos tenemos continuidad de recursos, menos el GAM, que se incrementa por la construcción de su segunda etapa. Nosotros recibimos cerca de $ 600 millones.
Eso es bastante poco comparado con los otros espacios que reciben sobre los $ 1.000 millones.
Sí y poco para la cantidad de actividades que hacemos, ya vamos como en las 1.300 actividades anuales, entre montajes de teatro, danza, ciclos de cine, conciertos, talleres, exposiciones, etcétera. Sucede que hemos vivido presupuestos tan acotados en otros momentos que también hemos aprendido a ajustarnos y ser eficientes con los recursos. En general nos movemos con unos $ 1.100 millones al año, pero una gran parte debemos generarla nosotros con fondos y recursos privados.
¿Qué le falta trabajar a M100?
Queremos seguir trabajando la descentralización. Ya tenemos un convenio con el Parque Cultural Valparaíso y el Teatro Regional del Maule para traer obras de regiones a nuestro espacio, y ahora estamos en una etapa de producción propia de artes escénicas. Creo que trabajar con las artes visuales de región es algo en lo que estamos al debe, al igual que trabajar más en la interdisciplinas de nuestras actividades.
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