Crítica de cine: Conocerás al hombre de tus sueños
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Hay que preguntarse hasta dónde llegará la benevolencia que se tiene con las películas de Woody Allen. Sin ser demasiado exigente, la última de las suyas que puede recordarse con algo de emoción (la intensa y definitiva Maridos y esposas) la hizo hace ya 20 años y desde entonces, los seguidores de su cine hemos sido testigos de una seguidilla de 18 películas que deben conformar un caso único en la historia del cine: el de la filmografía más autocomplaciente que se haya conocido hasta ahora.
No alcanzan a ser altos y bajos: los últimos 20 años de don Woody son puras laderas que más de alguien valora, porque de cuando en vez se asoma en sus cintas cierto diálogo de lucidez ingeniosa que no pasa del gag, del guiño cómplice o el siempre necesario chiste sexual. Pero estas últimas dos décadas poco tienen de la sorpresa y, al menos, la socarronería de los primeros 20 años de su carrera. ¿Match point? ¿Los secretos de Harry? Remedos y autoplagios de épocas mejores.
Es una curiosa involución. A diferencia de Manoel de Oliveira, que con los años se hace un director más sabio y simple, Woody Allen con lo años está más enredado y bobo. Lo suyo está en reconstruir una nostalgia por el erotismo adolescente, la infidelidad tontorrona y la neurosis urbana. Es un tanto decepcionante esta ceguera. Como si no entendiera que lo verdaderamente valioso de su cine siempre estuvo más en los silencios tormentosos que en la verborrea, en las pasiones angustiadas antes que en las liberadas y, sobre todo, en el secreto dolor de los seres anónimos que son víctimas de sí mismos. Esto es el centro de lo que mejor hizo en el cine: la pequeña tragedia cómica.
Es verdad: Woody Allen supo crear un territorio fílmico reconocible (que, por cierto, va más allá de Nueva York y sus tardes otoñales), pero cuando la madurez parecía estar a la vuelta de la esquina (en especial después de Crímenes y pecados) ese universo de pequeñeces burguesas, de egoísmos y soledades, parece haberse vuelto más una maldición y una cárcel para sus películas. De ahí no salió más.
Esta última, Conocerás al hombre de tus sueños, es otro triunfo de esa mediocridad: gira en torno a dos parejas y sus variaciones. La película parte con una anciana señora (Gemma Jones) que llega a la casa de una mentalista para encontrar consuelo a su vida, desde que su marido la dejó por una mujer más joven. La mentalista no sólo le aconseja para resolver ese asunto, sino que además, le ayuda a entender por qué su hija (Naomi Watts) sigue casada con el bueno para nada de su marido (Josh Brolin), un escritor que se quedó sin ideas después de un éxito editorial. Más adelante, cada uno de los personajes mencionados buscará una nueva pareja: la hija engancha con su nuevo jefe (Antonio Banderas), el marido con la vecina del frente y la madre con un señor calvo muy tranquilo, mientras vemos cómo el padre (Anthony Hopkins), quizás el causante de todo esto, intenta congeniar con la mujer joven y no le resulta.
Si el relato de la sinopsis parece algo insulso, no culpen al que escribió la sinopsis. La película tambalea todo el metraje, sin decidirse de qué se quiere tratar realmente, y las ideas y diálogos se aparecen como viejas armas que se ocupan, dependiendo de lo que requiera cada escena.
El resto es aire. Y la constatación de que el cine merece más respeto de parte de quienes lo realizan: no es una máquina de ejercicios para liberarse del estrés.
Conocerás al hombre de tus sueños
Director: Woody Allen. Con Naomi Watts, Josh Brolin y Anthony Hopkins.
Comedia.
98 minutos.
EE.UU./España, 2010. odo espectador + 7.
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