Crítica de cine: Coraline
El nuevo filme del director de El extraño mundo de Jack es uno de los mejores filmes infantiles del último tiempo.

Esta adaptación de una novela de Neil Gaiman es un saludable retorno a la vieja escuela de la ficción infantil, aquella donde lo maravilloso se da la mano con el horror. Su envoltorio es fascinante y colorinche, pero algunas de sus implicancias son perturbadoras incluso para un espectador adulto. En pocas palabras, es la clase de película familiar que inquieta a los padres y encanta a los niños.
Está hecha mediante una mezcla de animación digital y stop-motion, y su trama es una variación sobre la premisa que inmortalizó Lewis Carroll: una niña solitaria, cuyos padres apenas le hablan, descubre en su nuevo hogar una puerta secreta que lleva a un mundo paralelo.
En ese lugar (en el cual todos tienen botones en lugar de ojos) sus padres son cariñosos y su casa es una fuente inagotable de maravillas. ¿Preferiría Coraline cambiar su aburrida realidad por este mundo en el que todos la quieren? El único requisito sería que ella también aceptara coserse botones en los ojos, una petición que esconde su propia trampa.
El director Henry Selick hizo El extraño mundo de Jack junto a Tim Burton, otra historia en stop-motion con personajes bizarros. Eso tal vez explique el parecido físico entre la villana de Coraline y el larguirucho Jack Skellington. Pero en otro sentido, Coraline funciona a ratos como una sátira solapada al filme anterior: si en la cinta de 1993 las apariencias siniestras escondían corazones de oro y buenas intenciones, aquí la belleza oculta maldad y, peor aún, lo bello y retorcido pueden ser caras de un mismo personaje.
El niño enfrentado a un mundo que percibe como un lugar de terror y misterio es tradicional en las ficciones (desde Hawthorne hasta Carroll), y es meritorio que Selick y su equipo hayan usado el stop-motion y el 3-D para remarcar esa sensación en vez de suavizarla. El lujo visual jamás entorpece su capacidad de inquietarnos.
Nada es lo que parece en Coraline. Los adultos esconden (u olvidan) lo que sienten, los niños saben más de lo que dicen e incluso las mascotas son menos tontas de lo que parecían al principio. Coraline no es perfecta (su epílogo se hace eterno y la heroína es más antipática de lo necesario), pero las deliciosas vueltas de tuerca de la trama y la irreverencia de su moral le hacen una de las mejores cintas infantiles que hayamos visto en años.
Director: Henry Selick.
País y año de producción: Estados Unidos, 2009.
Género: Fantasía.
Sitio oficial: www.coraline.com
Duración: 100 minutos
Calificación: Todo Espectador
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