Crítica de cine: Kung fu Panda 2
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Cuando se estrenó el año 2008, Kung fu panda se convirtió en la mejor película de los estudios Dreamworks hasta esa fecha. En medio de las cada vez más nefastas secuelas de su franquicia Shrek y las olvidables aventuras de Madagascar, la historia del gordo panda que se convertía en un maestro del kung fu, salvaba a la gente de su valle y realizaba un viaje tanto físico como espiritual, probó que los estudios sí podían crear personajes atractivos, historias bien articuladas, con humor y corazón. Un par de años más tarde lo expondrían una vez más en Cómo entrenar a tu dragón. Pero como dicta la industria, se acercaba la prueba de fuego inevitable: una segunda parte de una de sus más logradas producciones.
Nuevamente tenemos a los mismos personajes: el maestro Shifu, al gordito panda Po y al grupo conocido como los furiosos cinco. Como es de rigor, hay un nuevo villano a enfrentar, interpretado por un Gary Oldman que hace mucho tiempo no estaba tan bien, a pesar de prestar solo su voz y tener la apariencia de un malvado pavo real de nombre Shen, enemigo que se ha hecho del trono a la fuerza y que busca gobernar China con violencia y opresión, además de cargar con un pasado mucho más ligado al de Po de lo que se puede imaginar (si tienes menos de 8 años).
Uno de los mayores aciertos de esta segunda parte de la franquicia es no repetir la historia presentada en la primera. No cae en la trampa de ¿Qué pasó ayer? 2, la cual casi parece un remake de la original con el mismo elenco y actores. Aquí la cinta entrega nuevas aristas de personajes conocidos y viaja hasta los orígenes del nacimiento del bueno de Po para clarificar el destino de sus padres verdaderos. No, no era lógico que un panda fuera hijo de un ganso. En el mundo de Disney donde estas incongruencias a lo mejor ocurre, pero, claro, la pregunta es pertinente. ¿Quién es tu padre, quien te cuidó y te crió o quién te dio la vida?
Asociada a esa interrogante, la cinta ofrece una buena cuota de buenos sentimientos, calidez y enseñanzas simples, sin caer por otra parte en sentimentalismos innecesarios. Esto a pesar de encontrarnos con un héroe que deja en gran parte atrás su vena bufa, tan presente en la primera entrega, y de transitar por un camino mucho más cercano al del héroe dañado de oscuro pasado. Por esta vía, la realización no llega a cotas que aletarguen la historia o manifiesten una salida de género, pero sí entrega un ángulo que refresca y que nos hace comprender y acompañar a un Po más maduro.
Siguiendo la línea presentada en la primera entrega, las batallas y secuencias de acción son notables. El uso, no el abuso, del 3D incrementa la belleza del mundo creado por computadores y el humor, sin ser desopilante en ningún caso, ayudan a dejar en muy buen pie esta franquicia. Kung fu panda 2 quizás no sea mejor que su predecesora, pero sí da una digna continuidad a una historia que aun podría tener otros desarrollos, como queda claro al final. Si los hay, es de esperar que valgan la pena.
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