Crítica de cine: La chica de la capa roja
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Este nuevo filme de la directora de Crepúsculo califica como una relectura de Caperucita Roja en el mismo sentido en que Sucker punch podría calificar como una reinvención de Atrapado sin salida. Bajo la brillante apariencia de su imaginería digital y la belleza física de sus protagonistas, aquí falta pasión y sobra autocensura.
La acción sucede en un pueblito medieval que ha mantenido una tensa tregua con un hombre lobo por años. Valerie, la joven más bella de la aldea, está siendo obligada a comprometerse con un muchacho que no quiere, en desmedro del pobre leñador que le ha amado desde niña.
Por eso, cuando el lobo tiene la cortesía de matar a su hermana mayor poniendo al pueblo en alarma general, Valerie tiene la oportunidad de evaluar sus sentimientos mientras la gente cae bajo las garras del monstruo y las calles se tiñen de sangre.
Todos los temas que a uno podría sugerirle la reescritura del mito original (la virginidad amenazada, el miedo al incesto, la doncella casta y guerrera) están aludidos de manera obvia y básica.
¿Por qué? Para que nadie se pierda ni confunda este producto dirigido al público juvenil con algo parecido a las ambigüedades del cine de verdad. Chicle de matiné: dulce, empalagoso, de corta vida.
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