Los largometrajes construidos a partir de una serie de historias cortas presentan dos problemas básicos e ineludibles. El primero: cuesta recordar después qué fue lo que vimos, en especial si el número de historias es cercano a la docena. El segundo, y más grave, va por el lado de la irregularidad de las historias. New York I love you no escapa a estos defectos, como tampoco lo hacía su hermana gemela, París I love you. El factor común de los relatos es el amor que los personajes viven en aproximadamente 10 minutos. Entre las 11 historias, destacan la de un estudiante que va a su baile de graduación con una pareja de último minuto, la de una judía jasídica que comercia con diamantes y que tiene un extraño flirteo con su cliente indio, y, por último, la de un hombre y una mujer que se encaminan llenos de dudas a una cita luego de haber pasado una noche de sexo. New York I love you termina siendo un filme que presenta más historias que aciertos y demuestra que no siempre el todo es más que la suma de sus partes.