Histórico

Crítica de cine: Piotr, una mala traducción

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Martín Seeger había hecho antes de su ópera prima el corto Las traducciones de Piotr Herroll, para el cual inventó algo parecido a un idioma, el nacrovés, hablado en la imaginaria república de Nacrovia. En Piotr, una mala traducción, el mismo chileno/nacrovés del cortometraje postula a un fondo local concursable para aplacar las inquietudes de su familia, persuadido de que, si presenta engañosamente su proyecto, el Estado chileno financiará sin saberlo una obra teatral sobre la historia de Nacrovia. Tal pie forzado impone a la película, desde el arranque, los condicionamientos de una ficción con su propio juicio de realidad. Contra estos amarres, sin embargo, se manifiesta una voluntad de avanzar con fluidez y consistencia. Y además con gracia, entiéndase esta como elegancia o como sentido del humor. Hasta los propios subtítulos se convierten en armas de impensada comicidad y los ensayos de un grupo de deficientes actores, en un inédito laboratorio de lo chileno. Tal vez si el aliento farsesco de Piotr no habría generado una sátira con luz propia sin el elaborado invento de Seeger. He ahí su necesidad, entonces, que no excluye el huidizo punto de vista ni el distanciamiento de los personajes en una película que se suma al escaparate antropo-cómico nacional que va de Raúl Ruiz a Y las vacas vuelan.

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