Ponyo, la nueva realización de Hayao Miyasaki, vuelve a reivindicar el liderazgo japonés en la animación tradicional. Aunque tal vez no sea su obra más perfecta, Ponyo es una cinta entrañable. El director puede ser sentimental pero nunca es empalagoso e indigesto. Su película cuenta la historia de un pequeño pez que vive junto con sus hermanos y padre en las profundidades del océano. En el curso de este relato quiere convertirse en ser humano para estar a la altura de su amistad con Sosuke, el niño de cinco años que le salvó la vida.
Esta es una historia que habla de la amistad, de la oportunidad de crecer y del desafío asociado a perseguir con todas las fuerzas lo que uno quiere. Nada de claudicar. Bien Miyasaki, grande Ponyo.